Miguel Ángel Blanco es este fin de semana el artista invitado por la Fundación Man para dirigir el taller de creación que cada año lleva hasta Camelle a personalidades de primer nivel.
Blanco contó con más de una veintena de participantes en una actividad que tiene, desde sus orígenes, la relación entre el arte y la naturaleza como tema de fondo.
El curso, que finaliza hoy, lleva como título Escamas y plumas. A la búsqueda de pieles de pescado y plumas se dedicaron ayer los participantes recorriendo lugares tan emblemáticos como cabo Vilán y la laguna de Traba.
Miguel Ángel Blanco resumió ayer su filosofía en Camelle empezando por lo que no es. «No soy Land Art», apuntó. En sus obras no se interviene sobre el paisaje, como sí hacen otros creadores. «Mi forma de entender el arte en la naturaleza es sigilosa y casi invisible, solo recolecto lo que la naturaleza me da», explicaba ayer el creador madrileño, una persona que vivió durante años prácticamente aislado en un bosque -los árboles son su objeto predilecto-, experiencia de la que nacería un proyecto, «Biblioteca del bosque», que sigue desarrollando hoy, 25 años después.
Se trata de un concepto, el libro caja, composiciones que aúnan dos facetas. Una de ellas, la del grabado, y la otra, la de la relación con los elementos naturales. Las cajas, de madera, cuentan con elementos en papel y también con fragmentos del entorno natural ordenados en su interior bajo su personal criterio. Se trata, dice, de un proyecto vital que ya ha expuesto en numerosos lugares y del que lleva 1.109 ejemplares creados.
La visita de ayer, dice, le dio material para más. Los participantes, cuenta, trabajarán libremente, si lo desean, con aquello que han recogido o con lo que les haya inspirado el curso.
Hoy finalizan con un nuevo paseo por la costa de Camariñas, en la zona de Reira, y una parada en el carballo de Cereixo.