La especial atracción que ejercen los naufragios

Miguel Sanclaudio

CARBALLO

07 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los naufragios siempre han ejercido una especial atracción al ser humano. El halo de misterio y romanticismo que los envuelve han llamado la atención de los creadores ofreciéndonos algunas de las más grandes obras artísticas o literarias.

De Goya a Turner, pasando por Gericault, el arte ha encontrado en la lucha vana del hombre contra los elementos un recurso narrativo en el que desarrollar su maestría pictórica.

La lengua escrita nos ha legado páginas intensas de narrativa en la lucha del hombre contra los elementos, así como de su pervivencia en esta batalla, que lo es en realidad, frente a las adversidades vitales. Odiseo, rebautizado como Ulises, nos podría hablar mucho de ello, y eso solo por referirnos a la novela más universal de las escritas nunca.

James Cameron, mudado de cineasta a explorador de la última frontera humana en el planeta -los mares- nos cedió una de las películas más famosas de las últimas décadas en la que nos habla del orgullo humano, materializado en un vapor, al que le bastó un iceberg para demostrarnos nuestra vacuidad frente al planeta. Es también uno de los largometrajes más vistos de la historia.

Los naufragios resultan un recurso estético inspirador de cómo las tareas humanas pueden a resultar vanas enfrentadas a los designios de los dioses o de la naturaleza, que en realidad son la misma cosa.

Por eso cuando nos comentan que van a retirar los restos de uno de esos naufragios que tanto nos fascinan, no podemos más que preguntarnos si su destrucción está plenamente justificada, si no responderá más bien a un capricho, o a un intento por demostrar que en realidad sí dominamos nuestro entorno y nuestro destino.

O puede que simplemente sea falta de imaginación?