Un sueño encerrado entre barrotes en Bogotá

CARBALLO

27 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Seguro que José Mato rumía en un calabozo de Colombia todo lo acontecido en torno a la adopción fracasada de su tesoro Elena. Pasará las noches en vela y sus breves ratos de sueño se verán interrumpidos por pesadillas. En algún momento soñará verse libre por los campos de Berdillo y jugando a la chave con sus amigos de siempre. Ya nada volverá a ser igual para él y su esposa, que habían intentado ser padres de forma insistente, pero la naturaleza y el azar le plantaron freno a su esperanza. Los trámites para la adoptación suelen ser lentos y cargados de obstáculos, sobre todo para personas con dificultades físicas. Es una carrera de fondo solo apta para los muy resistentes. José Mato y María José Tasende veían un muro infranqueable ante su ansia de paternidad, algo que muchos otros han tenido que sobrellevar en sus vidas con más o menos entereza. Esta pareja de carballeses ha saltado el charco y los requisitos legales para hacerse con un bebé, una aventura que ha quedado parada entre los barrotes del calabozo de Bogotá. Elena Mato Serna, un bebé de cinco meses nacida en Villa Centenario (Armenia-Colombia), ya estaba en los brazos de su flamante padre cuando los agentes decidieron indagar porque veían algo raro en la actitud de la nueva familia. El matrimonio carballés traía a Elena previo supuesto pago a su madre de 18.000 euros, el precio de una delirio que lleva directamente a la cárcel. Unas buenas gentes que cogieron el camino equivocado, o tal vez la única salida para su felicidad. No se le puede culpar por su pasión, pero sus hechos parecen a todas luces contrarios a la ley y a los dictados de la ética. Tal vez no hayan hecho nada distinto a lo que han visto que hacían celebridades del cine o de la música, pero José Mato es un repartidor de vino de Carballo y en su caso la ley no hace excepciones ni se para en motivaciones. Su actuación ha tenido inmediata reacción por el Justicia colombiana y ha despertado el celo de los gendarmes de un Estado muy sensibilizado con las adopciones. No ha escogido José Mato un buen lugar para su viaje. Sin embargo, parece demasiado duro ser acusado de tráfico de migrantes, pues su propósito no era comerciar con personas, sino únicamente ser padre. Es evidente que ha contravenido normas, pero aplicarle el peso de horrendos crímenes como el tráfico de menores es una exageración, como la posible pena de 30 a 60 años de cárcel. Posiblemente es lo que intentará evitar el nuevo equipo jurídico que se encargará de su defensa. Una cosa es no haber seguido los trámites legales para una adopción y otra es ser un traficante de bebés. Entre una postura y otra media el abismo y el deseo desmedido de una paternidad imposible.

Laxe

Esta semana acudió a declarar Fermín Simal Ramos, artífice del caso de la desaparición de dinero en la agencia bancaria de Laxe. En principio ha cuantificado el agujero en 1,5 millones de euros, que ha destinado, según dice, a compensar a sus clientes perjudicados por una promoción del Santander. Unas «irregularidades contables» que tienen preocupados a decenas de vecinos de Laxe, que vieron como sus ahorros se esfumaban por las alcantarillas de unas cartillas de ahorro cumplimentadas con letra de máquina de escribir como en los tiempos del blanco y negro. Dice que no se ha quedado con un euro. O aparece el dinero o la situación de los damnificados se complica, porque donde no hay difícilmente van a quitar.