Los ecos de la Primera Guerra Mundial en Bergantiños

luis ángel bermúdez fernández

CARBALLO

Iglesia de Razo
Iglesia de Razo ANA GARCIA

Un párroco de Razo tenía serias dudas sobre los enterramientos

30 jun 2023 . Actualizado a las 20:36 h.

La Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918, fue un preludio de las distintas contiendas catastróficas del siglo XX. España se mantuvo neutral, pero la crisis afectó al país y, sobre todo, sus ecos se dejaron sentir en algunas zonas, especialmente en Bergantiños. El 1 de diciembre de 1915, el culto párroco de San Martiño de Razo (Carballo), Benigno Cortés García, escribía unas letras al arzobispo para lamentar una situación que comenzaba a darse cada vez con más frecuencia: al borde de la costa, en su feligresía, llegaban numerosos cadáveres de soldados que morían en la guerra y que eran traídos por las corrientes del mar.

En el sacerdote se despertaban dudas de si era correcto darles sepultura dentro del cementerio parroquial, junto a los otros vecinos, o si era más conveniente (dado que él no sabía qué religión era la que habían profesado esas personas) enterrarlos fuera del camposanto. Así manifestaba su preocupación: «Que en esta playa de Razo aparecen cadáveres de náufragos ingleses y franceses procedentes de buques de las naciones aliadas. Como V. Emma. perfectamente sabe, la religión protestante es la del Estado en la Gran Bretaña y en Francia reina la más completa indiferencia por no decir odio y aversión contra el catolicismo. Además, ignoramos o no sabemos si en su vida recibieron el bautismo los marinos, que luego trajo el mar. A fin, pues, de proceder con acierto, expongo al Sr. Cardenal el caso bastante frecuente para que Nuestra Eminencia se digne resolver y trazarme el proceder que debe observar el párroco con los cadáveres de que hago arriba referencia, es decir, si darle o negarles sepultura eclesiástica a los tales cadáveres, repito. Prometo cumplir fielmente la resolución que su Emma. se digne dar al presunto caso. Besa vuestro anillo pastoral el párroco de Razo, cuya vida el Señor conserve largos años para bien de esta diócesis a vos encomendada». 

El 6 de diciembre estaba ya la carta en el palacio arzobispal de Santiago, donde el secretario pidió al canónigo penitenciario, Celestino Fernández Herbá, una resolución, cosa que hizo tres días después: «He leído atentamente lo que expone el párroco de Razo y tengo el honor de informar a S. Eminencia que si los cadáveres a que se alude son ciertamente náufragos ingleses y no consta que los muertos profesaban la religión Católica, deben ser enterrados en el cementerio destinado a los disidentes o, en otro caso, en el civil. La religión oficial de la Gran Bretaña es el Anglicanismo, y la presunción en este caso está a favor de las creencias protestantes de los fallecidos. Pero si los cadáveres son de náufragos franceses deben, por la razón contraria, sepultarse en el cementerio católico. Profesando los hijos de la patria de san Luis en su mayoría la fe católica y recibiendo casi todos el sacramento del bautismo, tienen derecho a recibir sepultura eclesiástica, a no ser que se demuestre o conste de modo indudable que murieron fuera del seno de la Iglesia. Tal es mi parecer, salvo siempre el superior de V. Emma. Rvdma». 

Para resumir el dictamen del penitenciario, el gobernador eclesiástico respondió que si hay muestras en los cadáveres de la religión católica (portar un escapulario, una cruz, un rosario…) podrían ser enterrados como cualquier feligrés de Razo, y aquellos que no reuniesen tales muestras, a un cementerio civil o un lugar extramuros del cementerio. El tema del protestantismo perseguía al cura. En otras cartas enviadas al cardenal Martín de Herrera expresaba su preocupación por el aumento de protestantes en su feligresía, especialmente en temporadas en que un pastor anglicano residía en una de las tabernas y hacía propaganda mediante folletos y libros. Aunque hubo muchos que apostataron, otros (tras este cambio de confesión) abjuraron y volvieron al catolicismo; así lo recoge una extensa acta donde dos vecinos hicieron profesión de fe ante do Benigno Cortés.