
«Descubrí cuánto puede influir un alcalde y su equipo en la vida de las personas»: escribe Manuel Barral, que fue alcalde de Cabana entre 1995 y 1999
23 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hace unos días, recibí una llamada de La Voz de Galicia, de la Edición de la Costa da Morte, pidiéndome que escribiera una reflexión (en 4.600 caracteres) sobre lo que supuso mi paso por el Concello de Cabana. Al ponerme al teclado, me pareció difícil concentrar en ese texto el aluvión de experiencias y sentimientos que afloran en mis recuerdos. Pero lo intentamos.
Mi primer contacto con Cabana tuvo lugar en 1991, cuando realicé una sustitución como médico (del 1 al 31 de mayo). Tenía 30 años recién cumplidos. Nunca olvidaré aquel primer día primaveral camino del consultorio de As Revoltas, disfrutando de las espectaculares vistas hacia el Monte Branco y la desembocadura del Anllóns. ¡Primer flechazo!
Después de continuar cuatro años más como médico de una buena parte de los cabaneses, se consolidó un segundo flechazo: el que surgió entre un joven médico, entregado a su profesión y a sus pacientes, y el de estos, que le mostraban cada día su reconocimiento, cariño y respeto. Extraordinarias personas, boas e xenerosas en el sentido más humano de la expresión.
Profesionalmente, fue un privilegio conocer y compartir conocimientos y experiencias con maestros como el doctor Pérez Maroño o el doctor Pose. Gracias, Braulio, por ese ejemplar de Médicos e medicina rural na Costa da Morte que me hiciste llegar recientemente sobre la figura de tu padre y los héroes de esa medicina rural tan familiar y humanitaria.
La salud del Concello
De este idilio médico-paciente surge, en 1995 y a propuesta de una parte de esos usuarios, una iniciativa para que me encargue también de la salud del Concello. En mayo de ese año, comienzan dos de las experiencias más inolvidables de mi vida: nace mi hijo Miguel y los cabaneses me eligen por mayoría como su alcalde.
Tras cuatro años al frente del Concello, descubrí cuánto puede influir un alcalde y su equipo en la vida de las personas. Hasta entonces, creía que las infraestructuras y los servicios se hacían porque para eso pagamos nuestros impuestos. Pues no: si un alcalde no se mueve, todo puede permanecer eternamente sin cambios.
Y también descubrí que esa capacidad para cambiar las cosas es la cocaína, el enganche para un alcalde: la satisfacción personal que produce ver cómo la gente disfruta de las obras y servicios que has puesto en marcha es indescriptible, solo comparable a la que siento al haber sacado adelante a un paciente muy enfermo.
El trabajo intenso de un equipo joven (el mejor), comprometido e ilusionado, la colaboración vecinal y la ayuda del resto de las instituciones fueron las claves del éxito para alcanzar los objetivos marcados.
La puesta en valor del patrimonio histórico (O Castro, Dombate), obras como la senda peatonal del Anllóns, el centro de salud, el centro de mayores o la piscina municipal marcaron el inicio de la modernidad de un Concello al que conseguimos poner en el mapa, poner de moda y hacer que, desde entonces, Cabana de Bergantiños se convirtiera en motivo de orgullo.
Sin embargo, fueron pequeñas intervenciones, como la llegada de los Reyes Magos a Cabana por primera vez y su posterior cabalgata por las diez parroquias del Concello, o la rehabilitación de más de diez infraviviendas en aquella etapa, las que dejaron una huella más profunda en mi corazón. La ilusión y emoción de los niños y sus padres siguiendo a sus Majestades por todas las parroquias, o la alegría de una niña de ocho años enseñándome emocionada cómo había quedado rehabilitado su hogar, fueron momentos inolvidables.
Cientos de recuerdos más afloran en mi memoria, pero, para ceñirme a la extensión y como corolario, mi paso por Cabana de Bergantiños supuso:
• La oportunidad de desarrollarme profesionalmente como médico en un entorno enormemente familiar y respetuoso.
• Un enriquecimiento en valores como la humildad, el esfuerzo, la solidaridad y la vocación de ayuda a los demás.
• La oportunidad de conocer y colaborar con excelentes profesionales de múltiples ámbitos (escritores, pintores, arquitectos, ingenieros, deportistas de élite, monitores culturales, etc.).
• La posibilidad de colaborar con el mundo asociativo.
• La oportunidad de ayudar a los más desfavorecidos desde el excepcional mirador que me brindaba mi profesión.
• Un máster acelerado en gestión y Administración pública.
• La convicción de que la administración local, por su cercanía al administrado, resulta muchísimo más satisfactoria y enriquecedora que la provincial o la autonómica, en las que tuve responsabilidades posteriormente.
• En definitiva, un «máster de la vida» de ocho años de mi juventud que forjó los cimientos de la persona y del médico que soy en la actualidad.
Parafraseando al bardo bergantiñán Eduardo Pondal: «Aínda me lembro aínda, do Dolmen de Dombate». Con su permiso, añado: «Aínda me lembro aínda, de Cabana de Bergantiños e das súas boas e xenerosas xentes».
Grazas, xente de Cabana! Continuarei sempre en débeda con vós!
Algunos apuntes biográficos de Manuel Barral
Manuel Barral Castro (Cambre, 1961) fue alcalde de Cabana entre 1995 y 1999, cuando no logró revalidar su mayoría absoluta. A finales de ese año presentó su dimisión como concejal. También fue responsable comarcal de PP y del comité local y tuvo varios cargos en la entonces Consellería de Sanidade e Servizos Sociais. Fue delegado provincial y director xeral de Saúde Pública.