
ESPECIAL INDUSTRIA | Desde el polígono de O Acevedo, Cerceda, la empresa Galopín es una referencia mundial en las instalaciones para los más pequeños. ¡Ni se imagina lo que se esconde detrás de un columpio, un tobogán o una casita de madera!
08 may 2023 . Actualizado a las 13:18 h.Parques certificados; pensados para que los niños pueden desarrollar el juego libre, algo que les permite ensayar relaciones y abrir camino para ser adultos capaces de socializar, trabajar en equipo y resolver conflictos; parques en los que el diseño contemple valores biofílicos (interacción con la naturaleza que mejora la salud), y parques pedagógicos, que aludan a valores culturales del territorio en el que se asientan. Son las tendencias actuales a la hora de elegir un parque infantil, y así las detalla José Manuel Iglesias desde la empresa Galopín (O Acevedo, Cerceda), referente en el sector: «Son as tendencias a nivel mundial, nese ámbito é no que traballamos». Podrían parecer muchos requisitos, pero no lo son, porque un parque es mucho más que un mero columpio, como se pueda pensar.
En un contexto en el que cada vez se le da más valor al espacio público, promotores de vivienda, incide Iglesias, están viendo cómo el valor de las propiedades crece si en el entorno hay una zona de esparcimiento de calidad: «O espazo público é unha argamasa que une á comunidade». En Colombia, Brasil o México han visto su repercusión: «Un parque de calidade acaba reducindo a violencia, fomentando a cohesión social». Alude a la teoría de los cristales rotos para afirmar que un espacio resistente al deterioro y que no origine necesidades de mantenimiento constante contribuye a una mejor imagen, y esto importa: «Que as cousas estean descoidadas dá a sensación de impunidade, de falta de control». Por tanto, si el presupuesto es ajustado, la tendencia es «poñer pouco, pero bo». Se prefiere calidad, exclusividad, singularidad, sea en madera, rústico, de forma escultórica o hasta todo un ejercicio de iluminación y diseño, que los hay.

Galopín acaba de hacerse con un contrato para un parque de varios millones en un centro turístico de Reino Unido. En el ámbito privado, son estas instalaciones, junto con centro comerciales y promociones urbanísticas las que marcan el pulso. La Administración, otro cliente fundamental de la empresa, va detrás de esos dictados, los emula: «Fixemos unha estrutura tematizada para un centro comercial de Málaga e agora os Concellos do entorno queren algo similar, con esas características de monumentalidade».
Mucho ha cambiado el lugar que habitan los niños. Iglesias tiene 62 años y recuerda las familias numerosas de antes. También jugar en calles «sen perigo». Así socializaban. Hoy, con ciudades tomadas por coches, «o único reduto que queda para que os nenos xoguen é o parque. Ese anaco de natureza que trasladamos á cidade é algo fundamental, nunca tanto como agora». Por lo coyuntural de la pandemia, como se vio, pero también por el aislamiento que generan las redes y lo digital, una amenaza que se vive en la propia casa.

Iglesias asegura, con todo esto, que sin duda la parte más importante de Galopín es la conceptual. Antes de diseñar un espacio estudian el contexto, ven si, en lugar de un columpio, por ejemplo, puede ser mejor una casita, una tienda, un juego de rol o un tobogán: «Demostramos que, se non coñeces os fundamentos da pedagoxía, podes facer un parque que, aínda cumprindo estritamente a norma, e aínda sendo dunha calidade impresionante, mesmo de titanio, pode ser igualmente un parque perigoso para os nenos e incluso xerar violencia». Lo dicho, mucho más que un juego.