Marcos Bestilleiro: operario de Sogama, juez de paz, enterrador y locutor deportivo

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CERCEDA

ANA GARCÍA

Nacido en Cerceda, lleva desde los 17 años con múltiples ocupaciones

03 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Marcos Bestilleiro Pérez, natural de Cerceda, residente en Arteixo, bien podría optar a una medalla al trabajo, esas que conceden cada año. Tiene 41 años y, literalmente, no para desde los 17. Y no en un oficio o profesión, porque así hay mucha gente (también desde más jóvenes, sobre todo trabajadores de una cierta edad, cuando se empezaba a trabajar casi desde niños), sino en varios. Y tampoco aquí se aplica una regla general: no se trata de varios empleos sucesivos, como en tantos casos, sino de varios al mismo tiempo. En tercer lugar: se trata de ocupaciones muy singulares en algunos supuestos, lo que lo convierte en un caso único en Galicia. Sin riesgo de exagerar, posiblemente en España.

Para empezar, es juez de paz sustituto desde los 21 años. Lleva veinte en este puesto, y como ha sido reelegido, los 24 están asegurados. El Tribunal Superior de Xustiza de Xustiza acaba de nombrarlo hace unos días. En todos estos años ha tenido que ejercer de titular en varias ocasiones, por ausencias o bajas, así que también tiene experiencia en ese sentido. Pequeños conflictos, firma de papeles, cuestiones de estado civil... En todo eso y más hay que estar versado y preparado.

ANA GARCÍA

Mucho más joven, prácticamente adolescente, empezó a elaborar crónicas deportivas, sobre todo de fútbol, una tarea que fue alternando en la Radio Televisión de Cerceda, en la prensa escrita y en la TVG, donde sigue colaborando y narrando partidos los fines de semana. Son ya muchas temporadas en categorías como la antigua Segunda B o la Tercera en buena parte de la provincia de A Coruña. Le ha faltado ser jugador, aunque sí tiene algún familiar que destaca especialmente en el balompié. Dada su edad, y si tuviese tiempo, aún podría intentarlo en los veteranos.

Su ocupación es la de la planta de tratamiento de residuos de Sogama, en la que lleva ya 24 años. También ahí era un chaval cuando entró, en el año 2000. Poco después, con apenas 20 años, compaginaba ese trabajo con el de relaciones públicas en el pub Bruxas, que muchos recordarán de la época dorada de la movida en Ordes, que capitalizaba la discoteca LP 45 y una pléyade de locales.

Fue en el 2004 cuando comenzó a trabajar en el 061, en unas ambulancias a cargo de San Xulián. Y justamente al año siguiente, en el 2005, fue su arranque en la funeraria, encargándose de los entierros.

Y ese es el trabajo que también mantiene, algo que puede hacer ya que en Sogama trabaja a turnos, por lo que es posible organizarse. Y eso que no es sencillo, porque acude (o puede acudir) a unas setenta parroquias. Las de su municipio y entorno, siempre, y si coincide, incluso hasta Sada.

Es un trabajo complejo el de enterrador, porque igual puede estar varios días sin hacer nada, como que de repente lo llamen para tres sepelios. Viene cuando viene. «A miña vida e a miña axenda vai día a día, non podo quedar para mañá ou pasado así sen máis porque non sei o que vai pasar», explica. De vez en cuando se toma algunos días libres porque tiene con quién organizarse, pero no es lo habitual: «Se me convidan a unha voda xa lles digo que me avisen con moita antelación, para que eu poida preparar ese día».

Este ritmo sería terrible para muchos, pero él lo lleva bien. Une esfuerzo con voluntad y disciplina de trabajo, algo que cada vez se ve menos en los jóvenes, explica. Y tiene sus cosas buenas: «Vas a moitísimas casas, tratas con todo o mundo, e a xente acaba queréndote», explica. Y también hay que valer, sobre todo en un trabajo como el de enterrar que se desarrolla en momentos de tensión y tristeza.