La afición se reunió en varios tramos de La Vuelta por Muros y O Ézaro pese a las limitaciones por el covid

m. rodríguez / Á. sevilla DUMBRÍA, MUROS / LA VOZ

DUMBRÍA

ANA GARCIA

El buen comportamiento fue generalizado: nunca se dieron aglomeraciones

03 nov 2020 . Actualizado a las 23:07 h.

Este año el paso de La Vuelta por O Ézaro se presentaba a priori descafeinado debido a la prohibición de público en la gran subida final por el covid. No obstante, los aficionados se adecuaron a las circunstancias, ubicándose en los lugares permitidos, y consiguieron, así, dar su calor a los corredores. Unos niños, al cántico de «¡Vamos, ciclista!», lograron sacarle una sonrisa a Richard Carapaz antes de afrontar el tramo más difícil de la carrera. El desvío hacia la famosa cascada, después de pasar el puente, fue el espacio de Dumbría en el que más gente se reunió. Era el más cercano al ascenso final en el que estaba permitido el acceso. Llegaron a juntarse unas 150 personas en la hora punta, a partir de las cuatro, para presenciar la llegada de los mejores ciclistas.

Fueron muy pocos, una treintena, los que accedieron al monte para vivir en directo la lucha contra el muro. Y aún así, nunca llegaron a acercarse a la carretera, que las fuerzas de seguridad, ayer con un amplio dispositivo, tenían más que vigilada. En el mirador, la meta, medio centenar de autoridades y empresarios recibieron a los valientes.

También en Muros, la salida de la contrarreloj, decenas de vecinos se agolparon en la dársena de la villa. En unos sitios y en otros, todo el mundo usó la mascarilla. La distancia social llegó a peligrar por momentos, aunque nunca se dieron aglomeraciones.

El sol fue otro ingrediente inesperado que, teniendo en cuenta el mes en el que se desarrolló la etapa, contribuyó a mostrar una vez más al mundo el encanto de la Costa da Morte. Fue en este aspecto en el que repararon muchos habitantes que no se quisieron perder la prueba en primera línea: «Isto é perfecto para ensinar o pobo ao mundo», aseguraba Pepita Maceiras, vecina de Muros, localidad que, junto a Carnota y Dumbría, fue el epicentro del ciclismo internacional.

Otras personas de distintos puntos se acercaron a la zona. El deporte consiguió que esta tierra volviera a sonreír en los difíciles tiempos que corren.