Junquera Piñeiro, gallega residente en La Palma desde hace 24 años: «Non sei que pensar, isto non se pode describir»
DUMBRÍA
«Quedei bloqueada, non tiña nada preparado, nin recollido. Si que houbo antes algún tremor, pero ninguén esperaba o que pasou»
28 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Junquera Piñeiro es de O Pindo, en Carnota, por parte paterna, y de O Ézaro, Dumbría, por la materna. Dos localidades unidas por un puente estrenado hace 70 años. Ella lleva 24 en La Palma, adonde llegó por trabajo. Su pareja es tinerfeña, salió una oportunidad laboral y hasta hoy, casi un cuarto de siglo después. En el puerto de Tazacorte tiene un magnífico bar, La Cabaña del Muelle, desde hace unos diez años. Se quedó por trabajo, pero también porque le encantó el lugar: «A xente, que che abre as portas da casa como se foses da familia. O verde. A tranquilidade... E quedei», explica.
Precisamente junto a su bar, el domingo 19 a las 15.10, una chica emitió un grito al recibir un mensaje de que se había abierto un cráter. Estaban algo avisados desde días antes de que algo podía suceder, pero una cosa es eso y otra es que llegue, con un humo negro en el horizonte. «Quedei bloqueada, non tiña nada preparado, nin recollido. Si que houbo antes algún tremor, pero ninguén esperaba o que pasou. Tamén é certo que si se fixeran actuacións preventivas, como recoller a xente con dependencia ou problemas de mobilidades, e tamén se desprazaran animais. E despois veu todo isto», explica.
Junquera vive con su pareja en Bombilla, que pertenece en parte a Los Llanos y en parte a Tazacorte. Un sitio cerca de Todoque, tristemente célebre por la destrucción, por la lava, de la iglesia, el centro de salud, otras edificaciones... Una iglesia que a ella le toca muy de cerca porque tanto su hija como su nieta celebraron en ella algunos de los sacramentos, y además conocen a vecinos que lo han perdido todo. En su caso, por suerte, no fue así: la lava queda por ahora a una distancia prudente, pero nunca se sabe lo que puede pasar. Si llega al mar como estos días se da por hecho, le cortará la carretera de acceso. A ella, y a tantos.
Cuando le mandaron desalojar, le dieron los quince minutos para coger lo imprescindible. Primero estuvo con su hija, ahora en un apartamento.
Es una situación de enorme estrés emocional. «Xa non sei que pensar, isto non se pode describir», en relación a lo vivido y a la incertidumbre en la que están inmersas cada día miles de personas. Además del dolor de escuchar a amigas y vecinas que su casa «se la ha llevado la lava».