La carta de despedida de la noiesa Mayka Nimo, que falleció de ELA: «Para mí lo importante es soñar, y soñando puedo ir a donde quiera»

MAYKA NIMO

FISTERRA

CEDIDA

Hace unos días, intuyendo cercana su partida, la mujer redactó un texto para sus antiguas compañeras de colegio

24 ene 2023 . Actualizado a las 10:20 h.

Cuando me siento delante del mar, en aquel trozo de paraíso que la prima de mi padre, Angelita y su familia, bautizaron como «cumbres borrascosas» me siento infinita. Desde allí se ve un enorme trozo de océano Atlántico. A la izquierda el faro de Corrubedo, a la derecha, el cabo de Fisterra, y en medio el mar Tenebroso. Es ese lugar en el que cabe cualquier sueño, cualquier fantasía.

Muchas veces me imaginé surcando aquellas aguas, pero nunca quise hacerlo físicamente. Nunca fui muy viajera, para mí lo importante es soñar, y soñando puedo ir a donde quiera. Puedo volar o nadar descubriendo los desconocidos fondos marinos. Me he pasado horas viendo toda la vida que se puede observar desde allí. Ver pasar los delfines nadando, jugando o pescando. Los pequeños barcos pesqueros que faenan pegados a la costa, y sobre todo, las gaviotas que viven en aquel lugar.

A la izquierda está la playa de Río Sieira, a la derecha los riscos donde se asienta la colonia de gaviotas, y en medio, la casa de mi hermana Elena. Este es el motivo por el cual las gaviotas sobrevuelan aquel lugar de un lado para el otro constantemente. Cuando estoy allí, me gusta sentarme frente al mar y observar todo lo que pasa en aquel espacio privilegiado. Me gusta ver de donde sopla el viento, mi padre decía que cuando las gaviotas se refugian en la playa es porque iba a hacer mal tiempo. Y cuando no soplaba el viento, algo inédito en aquel lugar, decía: «Hay calma chicha, eso es que va a cambiar el tiempo». Pero cuando el viento sopla de Noia es buen tiempo.

Mis amigas las gaviotas vuelan mar a dentro hasta perderlas de vista, o se posan sobre el agua y se dejan mecer por las olas, esto es una de las cosas, que junto con lo de volar, más les envidio. A una hora de la tarde suelen pasar volando en bandada de la playa hacia las rocas donde anidan, son cientos de gaviotas volando juntas. Cuando yo me muera, me reencarnaré en una gaviota de Caamaño y me pasearé por mi querida Ría.

Este verano me visitaron por sorpresa mis queridas arañitas, esas compañeras de mi infancia con las que compartí unos años maravillosos en un entorno privilegiado, nuestra querida Peña del Oro, nuestro colegio que tanto disfrutamos. Cada una de ellas trajo algo dulce para merendar, pero lo realmente importante es que lo habían hecho con sus propias manos.

Cuando lo pusieron todo sobre la larga mesa de piedra no sabías por donde empezar. Yo no puedo comer, pero me encantó ver la mesa llena del amor que ellas habían puesto en sus creaciones. Carmiña Alborés me entregó un precioso cuadro de una gaviota que cuando lo vi por primera vez me pareció que tenía la alas rotas y que una red le impedía volar y pensé, «igual que yo». Luego cuando pude verla con más tranquilidad me di cuenta que nada le impedía volar, y pensé, «quizás yo también pueda volar». Lo terminé de escribir con mucha dificultad y la puntuación está regular. Pero quería terminarlo para vosotras.