Ribera versus Rego por la arena de Laxe

LAXE

JOSE MANUEL CASAL

El geólogo Juan Ramón Vidal Romaní escribe sobre el proceso que ha configurado la fachada marítima de la localidad

27 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Como siempre, las arenas de Laxe y las dudas de los políticos que preguntan dónde no les pueden dar más respuestas que reglamentos o leyes, redactados sin mucho tino y sin información científica. La arena de Laxe comenzó hace 15.000 años cuando el nivel del mar empezó a subir sus 200 metros de rigor porque el clima había comenzado a cambiar de glacial a interglacial. El ascenso del agua fue acelerado, como unos 13 milímetros por año, aunque eso es una velocidad media que durante los 15 milenios del Holoceno, unas veces se aceleró y otras se deceleró, o aun se detuvo. Ahora está subiendo a razón de 3,5-4 milímetros año.

Toda la costa de Galicia actual es el resultado de ese cambio climático en el que nadie tuvo que ver más que la propia Tierra y el Sol. En la ría de Laxe los efectos de esa subida fueron muy especiales porque esa parte de la costa, la Costa da Morte, se caracteriza por los fuertes vientos invernales. Y ya se sabe, fuertes viento y arena es sinónimo de dunas avanzando hacia tierra rápidamente. Y la ría de Laxe, que hace 15.000 años no era una ría sino un valle muy amplio abierto a los vientos del suroeste, significó que el Anllóns se transformó en un enorme colector de dunas que desde Laxe hasta Roncudo transformaron la costa granítica en una pura acumulación de arena en forma de playas, de dunas incluso las trepadoras de Monte Branco de Ponteceso, y en la enorme barra del Anllóns.

Todas estas dunas eólicas inundadas por el mar se han transformado en las playas de la Ley de Costas. Pero no hacen más que perturbar las actividades antrópicas en la ría, todo hay que decirlo, cuando la especie humana se obstina en ignorarlas. El mejor ejemplo es Laxe, donde la villa se ha instalado sobre la duna, urbanizándola, construyendo casas y paseos, el grupo escolar de Cabo da Area y su urbanización, y el puerto de Laxe.

El mar, al echar arena fuera del agua con el oleaje, la pone a disposición del viento, que vuelve a crear las dunas actuales que las construcciones humanas impiden que se muevan como tales dunas. Ahora, el diputado del BNG se queja para saber quién debe sacar la arena que invade la villa de Laxe. Se reclama a Madrid y desde Madrid se reclama a Portos de Galicia. El dinero saldrá del mismo sitio: nuestros bolsillos, por lo que esta protesta es una variante más del dilema «no es por el huevo, es por el fuero» visto desde puntos de vista autonómico o estatal.

Aunque en realidad todo ha resultado de una cadena de imprudencias al construir una ciudad y sus accesorios urbanos en donde nunca hubiera debido construirse, al menos de la forma en que se hizo. Ahora solo queda repartirse los gastos y esperar que el nivel del mar empiece a bajar otra vez.