Nunca dejará de sorprendernos la Real Academia Española. Ahora resulta que, tal y como informaban estos días a través de su perfil de Twitter @RAEinforma, «las grafías tradicionales en lengua castellana son ‘‘Carballino’’, ‘‘Mugía’’ y ‘‘Lage’’». En el mismo tweet, ferozmente criticado por los usuarios, también añaden «Carballo» y «Ortigueira», topónimos que no llegan a traducir de su forma original. Ahora bien, cuando otro usuario pregunta cuáles serían los gentilicios aplicables a esos topónimos de los que habla la Real Academia, contestan que «no cuentan con un gentilicio asentado de uso general en español». O sea, que uno puede hablar de Finisterre, de Lage, de Carballino y de Mugía cuanto le dé la gana, pero a la hora de referirse a sus gentes tendrá que decir «habitantes de Finisterre y de Mugía». ¿O valdrá mugianos? ¿Quizá lagenses y carballineses...?
También hace unos días (la guerra toponímica y gallego fóbica parece estar de moda) se armaba una batalla campal, también en Twitter, por un usuario que pedía lo siguiente: «Retuitea si quieres que vuelva a poner La Coruña y no A Coruña en la salida por la A6 en Madrid. Aquí se habla español, no gallego». Y tan ancho.
Las respuestas que recibió no tienen desperdicio: «No hace falta que lo hables, con que sepas leerlo es suficiente»; «Yo, una vez, frené en seco en mitad de la autovía porque no estaba seguro de si ‘‘A Coruña’’ es lo mismo que ‘‘La Coruña’’».
Ya hubo de quien, por vía institucional, quiso recuperar la forma castellanizada, más el Gobierno Autonómico fue rotundo al respecto: la única forma oficial de los topónimos «é a galega». Aplacaron los humos durante una temporada, e incluso esta declaración se interpretó como un golpe en la mesa contra uno de los suyos, Carlos Negreira, cabecilla de la polémica iniciativa.
Bien por la Xunta, aunque tardó muy poco en volver a cagarla, colocando un cartel en el puerto de Malpica al fifty / fifty: mitad en gallego y mitad en castellano. «Prohibido a vehículos de mais de 5t. Restrición de acceso a vehículos e usuarios en multitud. Permitido a circulación dos mismos». Juzguen por ustedes mismos, pero la realidad es que el gallego se encuentra a día de hoy en una situación de desprotección absoluta, tanto institucional como socialmente.