El temporal de la semana pasada cogió desprevenidos a muchos a lo largo de la comarca. No me refiero a los vecinos, que bastante tuvieron con el hecho de tener que sacar las velas del cajón. Los múltiples destrozos que se produjeron en la Costa da Morte como consecuencia de la visita de Kurt y Leiv, las poderosas borrascas que arrasaron, por ejemplo, con el puerto de Corme.
Una semana después de los hechos, todavía se pueden constatar desperfectos en distintos puntos de la comarca, como la playa de Balarés. Pero -como se acostumbra a decir-, pasada la tempestad, llegó la calma. También es el momento de hallar responsabilidades y buscar soluciones. No basta con pedir disculpas por los reiterados cortes en el suministro eléctrico. Habrá que devolver a todas las familias de la zona lo que perdieron, salvo el tiempo; ese ya no lo recuperarán.
Los concellos deberían tomar ejemplo de Muxía y mediar entre las empresas y sus vecinos. Es más; debería existir algún tipo de contrato que obligue a la Administración a exigir la total reposición de los daños particulares sufridos. El caso de Muxía debería crear jurisprudencia, pues es de agradecer que, cuando todavía no has tenido tiempo de evaluar los daños del temporal, alguien ya se haya preocupado de tu situación.
Habrá que esperar a que pase el invierno -no vaya a ser una nueva borrasca con nombre alemán vuelva a presentarse en la Costa da Morte-, para tomar medidas duraderas, que garanticen, sobre todo, la seguridad y la calidad de vida de las miles de personas que habitan en las comarcas de Bergantiños, Terra de Soneira y Fisterra.