La necesidad está muy presente en el fútbol, sobre todo cuando un equipo se siente agobiado por un marcador que no le favorece. Entonces la necesidad le lleva, en un erróneo comportamiento, a lanzarse a un ataque desmedido sobre el área rival sin calcular el riesgo que encierra esa forma de irse al ataque, olvidando las consecuencias que pueden suceder a sus espaldas. Lo señala un viejo dicho futbolístico advirtiendo: «Tener que ganar por necesidad, perder por obligación». No falla.
En el fútbol todo es posible. Incluso que el Barcelona pierda en San Mamés (1-0) un partido que para los azulgranas tenía un valor especial, más allá de los 3 puntos. Para Tata Martínez (paisano de Oso Díaz, que entrenó al Deportivo en la temporada 1950-51) el encuentro de San Mamés debería desmentir dos cosas: que la reciente derrota de Ámsterdam no había sido una casualidad, y que este Barcelona sin Messi es batible, pues se mostró incapaz de igualar, o superar, un marcador según planteaban las exigencias del juego.
La necesidad es un impulso que igual engaña a un individuo como lleva a todo un equipo de fútbol al fracaso, sobre todo si al grupo «se le calientan los cascos» y se lanza a buscar una victoria que cree tener cerca y no se percata que se le aleja definitivamente porque no tomó las precauciones debidas, olvidando aquello de «querer ganar por necesidad, es perder por obligación».
El CD Lugo vino al campo coruñés con el propósito firme de no perder, más que pensando en ganar al Deportivo. Jugó muy bien y terminó alcanzando un empate que se le valoró casi como una victoria.