De nuevo el Lugo ha padecido en sus carnes la falta de gol. Lo tuvo con Rennella antes de la lesión, pero el italo-francés llegó muy tarde a la cita con el Eibar y el remate. Solo 25 minutos dan para muy poco. Setién lo dejó para el final y Enzo apenas entró en contacto con el cuero. Antes, su antecesor en la punta, Sandaza, había sido la pesadilla de la zaga vasca, con sus constantes caídas a banda, pero no podía estar a la vez para rematar. O una cosa o la otra. Setién sorprendió con la ausencia de Pita, represaliado por su baja forma presente. Rafa García no pudo sustituirle en la construcción, y el equipo estuvo varado en la fluidez de la circulación del cuero. Rafa es un mediocentro defensivo, y el equipo ganó consistencia atrás, pero estuvo alejado de la verticalidad que se echó de menos. Fueron los centrales los encargados y no especializados en la misión ofensiva, con evidentes malos resultados. El Lugo comenzó como un meteorito, sorprendiendo por las bandas, aunque Pablo Álvarez fue más espectador que participante. Está muy lejos de su forma. Y ahí quedó patentizada la parquedad rematadora, con Álvaro Peña a la cabeza. El Eibar buscó con balones directos las espaldas de la zaga local, aunque solo una vez Arruabarrena recibió solo y salvó Dani Mallo a bocajarro. El Lugo juntó las líneas, con la zaga adelantada y apenas se dejó sorprender atrás, dejó menos huecos, aunque la anticipación siempre fue visitante por velocidad. Le faltó llegada y punch para reencontrarse con el triunfo. Fue un punto que no resuelve, pero suma, al menos, a la espera de recuperar gol, aunque haya que fichar.