Un resquicio para la justicia

Carlos Melchor DESDE LA GRADA

CDLUGO

06 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un día que pasará a la historia del club y de la ciudad, la fiesta del futbol gallego, una jornada de concordia, confraternización y convivencia pacífica entre aficiones? Podríamos completar esta columna a golpe de sobado tópico, poniendo el foco sobre el tremendo ambiente que pudimos disfrutar el pasado sábado. Pero es de justicia hacer un pequeño homenaje a una persona para la que el derbi debería haber sido un partido especial y que se encuentra atravesando un complicado momento personal. Cualquiera que conozca un poco a Pablo Álvarez sabe que dista mucho del típico perfil presuntuoso y vanidoso de un futbolista de élite. Un chico humilde, trabajador, profesional y cumplidor como pocos, que escapa de la primera línea del protagonismo porque su perfil bajo le invita al trabajo silencioso en un segundo plano. La exitosa etapa como atleta durante su juventud forjó la tenacidad y persistencia, ese perfeccionismo que maximiza el potencial de cualquier deportista que quiere llegar a ser el mejor. Una oda a la cultura del esfuerzo. Pero sobre todo, y muy por encima de sus cualidades deportivas, cualquiera puede afirmar con rotundidad que es una buena persona. Deportivo y Sporting han sido los equipos de su vida, y carambolas del calendario, el Lugo tuvo que enfrentarse a ellos consecutivamente en las dos últimas jornadas. Encuentros de gran significado para él, de los que desgraciadamente apenas pudo disfrutar por el trágico y reciente fallecimiento de su padre. Por ello, alegra todavía más que Pablo haya sido el héroe del partido contra el Deportivo. Más allá de ser el autor de las asistencias en los goles lucenses, él provocó un vuelco en el partido con la intensidad, las ganas y el deseo que desplegó durante los 23 minutos que estuvo sobre el césped, de los que se contagiaron sin duda el resto de sus compañeros. Si de por sí esos son rasgos que caracterizan su forma de jugar, claramente se podía percibir el hambre de fútbol del que apenas ha podido jugar 45 minutos en los últimos tres meses a causa de las malditas lesiones y el ansia de liberación y desahogo del que lo está pasando mal. Ojalá podamos seguir disfrutando por muchos años de un jugador tan valioso para cualquier plantilla, un auténtico lujo para el club en esta categoría.