Caducidad

Carlos Melchor DESDE LA GRADA

CDLUGO

10 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Misión cumplida y continuidad del proyecto para la temporada que viene. Estas dos felices noticias son las que se llevaron los aficionados a sus casas el pasado sábado después de un extrañísimo partido contra el Mirandés que sirvió para asegurar el billete para una temporada más en Segunda y despejó la incógnita de la continuidad de Quique Setién a los mandos de la nave rojiblanca. Una historia de amor la de ambos, inusual por su fidelidad y entrega sincera en un mundo del fútbol donde se estilan más las relaciones cortas tormentosas, repletas de flirteos, que finalizan en rutinarios y mecánicos aquí te pillo aquí te mato. Con la pérdida de categoría de Mirandés y Castilla, compañeros de ascenso del Lugo en el verano del 2012, y del recién ascendido Jaén, un aviso a navegantes es captado de inmediato. Equipos de características similares al nuestro tienen una estancia breve en la categoría, con lo que cualquier equivocación en la planificación veraniega puede ser el primer paso al desastre. El continuismo del proyecto, siempre y cuando se mejoren ciertos aspectos débiles, suaviza este riesgo. Un riesgo que ya no asumirá más el humilde Mirandés, que salió a jugar a la ruleta rusa del empate pactado en el Ángel Carro y acabó disparándose en la sien víctima de su conformismo y de la locura esquizofrénica en la que se convirtió el Jaén-Alavés. Unos primeros 45 minutos con un pacto tácito de no agresión, y una segunda parte en la que el cuadro burgalés ni siquiera parecía tener claras qué cuentas le llevaban al descenso. Un partido singular, raro, tanto en la grada como en el césped. Runrún continuo entre los aficionados mientras el empate se mantenía con lo que pasaba en otros campos, con algunos aficionados que no traían los deberes bien hechos de casa confundiendo a otros al sentenciar al descenso a equipos que realmente no lo estaban justo por aquel momento. Y qué decir de los jugadores. Un Iriome que con su equipo en descenso sale del campo andando y saludando a la grada. Un Igor Martínez y un Koikili increpando ostensiblemente al infranqueable José Juan por hacer bien su trabajo, y un banquillo del Mirandés haciendo claros gestos de incredulidad, abriendo los brazos y sorprendiéndose de sus paradas como aquel que da por hecho algo que no sucede. Pero sin duda, el gran derrotado fue Lugo como ciudad. 4.600 espectadores es una cifra que da risa. Con esos números, el fútbol de élite por aquí tiene fecha de caducidad.