Los técnicos revisaron el estado de conservación de «Hambre en Lugo», que se puede visitar en la sala del artista
24 abr 2018 . Actualizado a las 20:28 h.Hambre en Lugo, de Jesús Rodríguez Corredoira ((Lugo, 1887-Santiago, 1939), se ha convertido, por múltiples factores, en algo más que un cuadro. Después de haber presidido durante años la sala 17 que tiene el artista en el Museo Provincial, su marcha, tras las sentencia que daba la razón a la familia de Álvaro Gil, y su regreso ahora, donado a la Diputación por la familia, ha aumentado la sensación de que se trata de una obra emblemática de su autor, del arte lucense y de la historia del museo lugués.
Cuando se marchó Hambre en Lugo, en octubre del 2013, desde el Museo tuvieron que modificar la sala dedicada a Corredoira, sacando a la luz cinco obras que guardaban en los fondos, quedando expuestos al final 15 cuadros, a los que se suman otros dos que se distribuyen por diferentes espacios del museo. Hay otros 15 cuadros guardados. La llegada de nuevo de la famosa obra obligó a una reestructuración, como destaca la directora del Museo, Aurelia Balseiro. «Houbo unha fase de revisión do estado de conservación do cadro e tamén tivemos que axustar o discurso expositivo coherente da sala, para darlle un sentido á produción e á cronoloxía». El cambio fue significativo debido a las dimensiones de Hambre en Lugo (195 por 120 centímetros). Balseiro señala que tiene un papel central en la sala y a la vez acompañado por el resto de cuadros, «aportando un sentido representativo da obra pictórica de Corredoira».
La sala de Corredoira cuenta con abundantes retratos de ilustres lucenses, así como su autorretrato. También, destaca una obra de 1907 en la que se puede ver el cuerpo desnudo y espaldas de una joven, y que rompe la estética del resto de obras. La nueva distribución ofrece un discurso que refleja los distintos estilos del artista. Al entrar, a la izquierda, hay cuatro retratos realizados entre 1928 y 1938. Presidiendo la sala tres cuadros del Lugo negro, con Hambre en Lugo en el centro y una curiosa escena del San Froilán. En la otra pared se recogen cinco retratos realizados entre 1907 y 1913. En la entrada, el autorretrato, el cuadro Charra y el enigmático de la chica desnuda.
Un chico atolondrado que «amaba el color negro»
La trayectoria artística y vital de Corredoira fue expuesta en numerosas ocasiones por La Voz de Galicia. Por ejemplo, el 7 de octubre de 1910 se da cuenta de su éxito en una muestra en Madrid, donde el crítico de El Imparcial apunta: «A instancias de un amigo, fui hace más de dos años a ver las obras de un estudiante de pintura. Resultó un chico atolondrado que hacía cosas raras. Al año siguiente le volvía ver y su obra me sorprendió. Corredoira ?que es el chico de quien hablo? vino de Lugo el otoño anterior con esos lienzos que hoy expone. «Las gentes van a las cruces», «Día santo de la misión» y «Con flores a María». La primera impresión ante estos cuadros es inolvidable, por la extraña asimilación que demuestran del color y de la técnica de determinados cuadros del Greco. Es una prueba excepcional de aptitudes pictóricas». En una entrevista del 21 de agosto de 1912 defiende con pasión su amor por el color negro, «pero dentro de él se ven más gamas que en otros colores».