La Copa siempre trae controversia. A menudo se piensa que no viene en buen momento, porque el equipo está en formación, o porque es una plantilla corta, o porque ese no es el objetivo. Se presenta incomoda, molesta, como algo que estorba y que obligatoriamente hay que consumar cuanto antes. Al comienzo de temporada todos hablan de los retos y objetivos que tiene por delante un equipo en la liga pero nadie menciona esta competición. No está bien vista por la posibilidad de distraerse y descuidar lo importante. Como todas las cosas tiene sus pros y sus contras. Viajes, terrenos de juego con superficies no muy favorables, posibilidad de lesiones.
Yo defiendo la Copa. La apoyo porque veo en ella una oportunidad y no una contrariedad. Por varias razones. La primera, el momento del equipo, la tendencia positiva que tiene. En un inicio de competición no hay sobrecarga de partidos y hay jugadores suficientes para participar además del escaparate que supone para los futbolistas del filial. Algunos futbolistas necesitan esta competición para mostrarse y que la dirección técnica los valore como opción para sumar minutos en liga además de prepararse para los momentos en los que el equipo los precise.
No veo ningún motivo para no encarar esta competición con ambición y deseo de llegar lo más lejos posible. Un vestuario motivado como el actual, es un vestuario saneado, alegre y preparado para competir indistintamente. El futbolista lo que quiere es jugar y superar eliminatorias no perjudica el devenir en la Liga además de ser un aliciente para retroalimentarse y mejorar.
La competencia sana lejos de perjudicar, incrementa y mejora los estados de forma de los futbolistas y los prepara para retos de mayor envergadura. Si a esto sumamos el aliciente que implica superar varias eliminatorias y que pueda visitarnos un equipo de primera división, es la guinda perfecta. Sin duda, como todas las cuestiones, con planificación, gestión y liderazgo. Con un cuerpo técnico que mida esfuerzos y controle los riesgos. La copa, sin duda.