La quinta de las letras

LUCÍA TENREIRO BETANZOS

A CORUÑA

Grandes figuras de la literatura española han pasado por el pazo bergondés de San Vitorio Situada en San Fiz, municipio de Bergondo, la quinta de San Vitorio ha sido testigo directo de un ir y venir de intelectuales de la talla de Giner de los Ríos o Ramón Carande. Si Federico García Lorca estuvo o no allí es un misterio, pero de lo que no cabe duda es de que en ella pasó su infancia y madurez Xoán Vicente Viqueira, una destacada figura de la Galicia más literaria, a la que el pueblo dedicaba en 1974 el día de sus letras. Actualmente, su hija y su nieto pasan las vacaciones en la quinta.

05 ago 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Carmen Viqueira y su hijo Juan Vicente narran la importancia que tuvo ese microcosmos en el desarrollo intelectual de su padre y abuelo, una de las figuras más destacadas de nuestras letras, un intelectual con el sentimiento de lo más puro de lo gallego. Aunque contaba tan sólo once meses de edad cuando falleció su padre, Carmen habla del escritor como si estuviese a su lado ayer mismo. Y es que, como ella dice, «mi padre siempre estuvo presente en casa. Por una parte, mi madre nos hablaba mucho de él. Por otra, mis veranos en San Fiz rodeada de la familia y los vecinos, donde su recuerdo permanecía muy vivo. Por último, y habiendo llegado a la madurez, su obra me llevaba a imaginar su día a día en esta casa». Pocos cambios Pocas cosas han cambiado en San Vitorio con respecto a aquellas de las que se rodeaba Viqueira en su niñez y de las que disfrutaron personajes de la talla de Francisco Giner de los Ríos o, el propio tío de Carmen, Manuel Bartolomé Cossío. Los jardines cuyo trazado se realizó a la manera de los de Versalles; las galerías e, incluso, el coche de caballos en que Xoán Vicente se trasladaba hasta la estación del Norte para tomar el tren que lo llevaría hasta A Coruña en su período de catedrático en el instituto Eusebio da Guarda aún permanecen en San Fiz. Tampoco la aldea ha cambiado demasiado, aunque el desarrollo social y económico se haya hecho notar. El recuerdo del joven Viqueira, su amigo y vecino, permanece vivo, algo que se transmite de padres a hijos, de abuelos a nietos. «Aprendió de todo» Porque tampoco la trayectoria del escritor sería la misma de no haber compartido sus días con los vecinos de San Fiz, de quienes, señala Carmen, «aprendió de todo. Aquí fue donde se formó como persona y si no hubiese vivido en San Vitorio el que existiría sería otro Xoán Vicente, no el intelectual gallego que fue». Carmen fue alumna, como lo había sido su padre, en la institución Libre de Enseñanza que junto con Francisco Giner de los Ríos fundó Manuel Bartolomé Cossío, el tío Manolo. Allí conoció a los personajes más importantes de las artes españolas con quienes compartió pupitre y vivencias. Oyó hablar de Alberti, de Dalí, de Juan Ramón Jiménez y recogió el fruto que, como Viqueira, cada uno de ellos habían dejado en la institución. Hoy reside en México y pasa unos días en San Fiz junto a su hijo Juan Vicente y la esposa de éste, Rubi, catedrática como su esposo y que conoce a la perfección la figura de Viqueira. Un hecho que no hace sino indicar que el espíritu de quien luchó por Galicia permanece en cada uno de los rincones de la quinta.