Vida de un figurante

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA

En directo | A pie de cámara Espera, frío e ilusión acompañan a los extras seleccionados en el cásting para la película de Ferreira «Para que no me olvides»

24 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

?ace dos semanas salí de la sede de la productora Continental, en Monte Alto, con la impresión de haber hecho el mayor de los ridículos. Me había presentado al cásting de la película Para que no me olvides , de Patricia Ferreira, en el que buscaban figurantes para una discoteca. Tuve que bailar al ritmo de la música de Mobi mientras un ayudante de dirección me grababa en vídeo y otra chica me hacía fotos con una cámara digital. Ni en broma me cogen. Y menos al desvelar mi profesión: periodista. Tiempo perdido. El pasado martes, a las once de la noche, sonó mi teléfono móvil. La productora requería mis servicios para una escena que se iba a rodar al día siguiente, ¡a las ocho y media de la mañana!, en una tienda de fotografía. Vamos, nada que ver con aquella primera propuesta para ser un rostro más en la discoteca. Ya imaginaba mi nombre en los créditos de la película y una jornada de glamur, focos, con rulotte propia y un vestuario espectacular. La cita era en la avenida de As Conchiñas y el equipo técnico ya tenía todo el chiringuito montado: la directora frente al monitor y los actores principales en su puesto. Sólo faltaba por formalizar los contratos de los seis figurantes: treinta euros (sin deducciones de Seguridad Social) por una jornada laboral de horario indefinido. La figurinista echó un vistazo a nuestro atrezzo y dio su visto bueno. A rodar. Dos horas en la calle En el plató estaban las jóvenes estrellas Roger Coma y Marta Etura, que chuparon cámara mientras los figurantes esperábamos, más de dos horas, en la calle o al calor de los bares de la zona. El frío era horrible, pero la curiosidad por ver un rodaje en directo hizo que nos pegáramos al escaparate de Fototecnia. Todo sea por protagonizar un segundo histórico. Uno de los figurantes, Xing Ou, de origen oriental, tuvo más suerte al interpretar al encargado de la tienda de revelado: calentito bajo los focos. Por fin, al resto nos toca trabajar. Preparados, nos indican que sólo tenemos que pasar por delante del escaparate. ¿Y para esto tanta espera? Lo hacemos cinco o seis veces, con naturalidad, escondiendo la decepción que embriaga a todo figurante primerizo. En los descansos comentamos que el rodaje no tiene nada que ver con el resultado final que después se ve en pantalla: es aburrido, se pasa frío y es muy cansado. De todas formas, el equipo se toma un respiro a media mañana y se reúne en plena calle para tomar un café o un chocolate caliente, bocadillos y refrescos. El cátering deja pasmados a los vecinos de As Conchiñas: no han visto nada parecido en el barrio. Más de un jubilado despistado, o no tanto, se acerca a las bandejas de los bocatas y les echa la mano. Alguien les advierte que es comida para el rodaje, no una fiesta gastronómica de entrada libre. Al equipo no le sientan mal estas licencias de la gente. O que pregunten continuamente qué pasa en la tienda. «Es que están rodando una película», aclaran una y otra vez. Al ver las cámaras, alguna abuela pregunta, incluso, que dónde hay que apuntarse para salir en la tele y dónde está el Gayoso. Está claro que A Coruña es tierra virgen para el cine.