Puede que sus habilidades sean algo genético. El caso es que sus trucos han conseguido que en Galicia se haya extendido la pasión por el ilusionismo
16 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Cuando uno habla con los hermanos García Pastur no termina de saber si le están tomando en serio o si se sacarán algo de la manga para descolocar al interlocutor. De entrada, si se les pregunta por el origen de su común dedicación a la magia, comienzan a hablar de «posibles mutaciones genéticas», para acabar reconociendo que siempre piensan en inventar una historia apasionante, cargada de elementos fantásticos, para epatar al personal. Pero la realidad es mucho más sencilla: «Siempre nos habían llamado la atención los magos que veíamos por la tele, y nuestro amigo Luis Piedrahíta compartía esa afición con nosotros. Nos enteramos de un homenaje que le hicieron al ferrolano Mago Lorc, un clásico, al que vino Juan Tamariz, y allí nos pusimos en contacto con la asociación de magos de A Coruña. Ahí es donde nos empapamos ya del todo, y hasta ahora, que somos grandes estrellas», asegura sonriente Román.
A pesar de no compartir apellido artístico, la relación fraternal entre ambos es real: «En un principio me hacía llamar Mago Kiko, pero eso es como si te dedicas a la canción y te llamas el Cantante Pepito. Como Kiko es relativamente común, opté por el segundo apellido, Pastur, y sonaba bien. Sin embargo, Román es un nombre que ya tiene suficiente fuerza, así que se quedó con el García», explica el mayor de los hermanos.
Son los invitados perfectos para una fiesta, aunque puede que estén ya hartos de que les soliciten que hagan desaparecer objetos en las reuniones familiares: «En un principio tuvieron que soportarnos ellos a nosotros, ensayando continuamente nuestros números. Pero sí que es cierto que nadie le pide a un dentista que te saque una muela en la cena de fin de año, pero a nosotros en seguida nos ponen a trabajar», cuenta Kiko. Por supuesto, no revelan sus trucos, pero afirman que en Internet está todo, lo que, según Kiko, no implica que esté al alcance de cualquiera: «También puedes encontrar cómo hacer una operación a corazón abierto, pero otra cosa es llegar a hacerlo bien». Además, la creatividad depende de cada uno, matiza Román: «Es como la música. Los principios son los mismos para todos, pero algunos tienen mayor virtuosismo o capacidad para componer».
Solo espectáculo
Afortunadamente, han decidido utilizar sus poderes para entretener y deslumbrar al público, porque podrían haberlos aprovechado para menesteres menos dignos: «Hace ya años, en una fiesta de San Juan en casa de un amigo, vino la policía para decirnos que no hiciéramos ruido. A un agente le quité el reloj sin que se enterase, y cuando se iba le dije: 'Tampoco es tan tarde, ¿no?'. Por supuesto, le devolví el reloj», recuerda Román entre risas.
Hasta hace pocos años, la magia no estaba considerada oficialmente una arte escénica por la Axencia Galega das Industrias Culturais, «y eso que nuestros espectáculos incluyen música, coreaografías, literatura, actuación...», apunta Kiko. Pero poco a poco se ha ido extendiendo la afición y el reconocimiento por toda Galicia, gracias a la labor de gente como Kiko y Román. De hecho, para el 2010 se está preparando el Congreso Nacional de Magia en A Coruña. Hasta entonces, tendremos numerosas oportunidades de verlos sobre un escenario y comprobar aliviados, al término de espectáculo, que todavía tenemos el reloj en nuestras muñecas.