El último seguro de gol blanquiazul

Rubén Ventureira

A CORUÑA

27 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Me han traído a un delantero que ha bajado a Segunda», lloraba Irureta en privado en los albores de la temporada 1999-2000. Ese espigado futbolista había colaborado al descenso del Tenerife con 14 tantos, que habrían sido 19 si no llegan a existir los postes y los largueros. Aquella campaña se abrió con un hat trick de ese jugador al Alavés y se cerró, el 19 de mayo del 2000, con un tanto del mismo tipo larguirucho en el partido que dio al Dépor su única Liga. Previamente había hecho 21 dianas ligueras (ninguna de penalti) tras sentar a Pauleta, al que Jabo tenía devoción, y a Turu, icono de la afición por su saña celtista. Ese futbolista que venía de Segunda se llamaba Makaay (9-3-1975), y es el último seguro de gol que ha vestido la blanquiazul.

Hijo de un cazatalentos del Vitesse, el equipo en el que empezó a agujerear redes, Roy tampoco contó con el aprecio inicial de otro de los técnicos- tótem de la Liga, Luis Aragonés. El Betis había llegado un acuerdo para incorporarlo en el verano de 1997, pero el Sabio frenó la operación porque prefería un futbolista más contrastado. De rebote, recaló en el Tenerife, donde brilló durante un par de temporadas. El Dépor lo rescató del naufragio a Segunda por 1.350 millones de pesetas (8,1 millones de euros). Y pasó del descenso al título en una temporada.

Rivalidad con «Diegol»

En la campaña que siguió a la del campeonato, la competencia creció: el Dépor incorporó a Tristán. En el libreto de Irureta solo había hueco para un punta, y Makaay se vio en numerosas ocasiones desplazado a la banda derecha, rincón en el que también lo situó Van Gaal en la selección holandesa, con la que Roy jamás llegó a sentirse imprescindible.

En la primera temporada que compartieron vestuario, Tristán hizo 19 tantos en Liga por los 16 de Makaay. A la siguiente, el de la Algaba fue Pichichi con 20 y Roy, que chupó banquillo el día del Centenariazo , bajó su producción a 12. En los corrillos, el holandés acusaba a Diegol de ser egoísta a la hora de pasarle la pelota.

A la tercera fue la vencida. La temporada de su despedida fue gloriosa para Makaay. Cuenta un empleado de una discoteca de Santa Cristina (Oleiros) una anécdota ilustrativa acontecida a la entrada del local. Tristán estaba saltándose la larga cola, pero un cliente lo paró de golpe y le instó a aguardar turno. El sevillano apeló a su fama: «¿No sabes quién soy?». El aficionado replicó con un directo verbal a la mandíbula:

-Sí, el suplente de Makaay.

El cliente siempre tiene la razón: en efecto, el tulipán acabó sentando a Diego. Roy finalizó la temporada calzándose la Bota de Oro con 29 goles, 20 más que Tristán; en reconocimiento a sus compañeros, les entregó pequeñas réplicas. La vida le cambió en el estadio del Bayern de Múnich, donde el Dépor venció (2-3) en partido de Champions con un Makaay enchufado a Valerón. Su hat trick desató el apetito bávaro. Tras un culebrón de casi dos meses, en el 2003 se marchó al equipo muniqués por 17,7 millones, lo que lo convirtió en el fichaje más caro de la historia del club alemán. Firmó por cuatro temporadas. Las cumplió. Y cumplió: dos ligas, dos copas y 103 goles. En el Dépor hizo 97 en las mismas campañas. En el Feyenoord no ha perdido la puntería: 20 sumó la pasada temporada, la de su regreso a Holanda. Hoy regresa a otra de sus casas: el tapete de Riazor.