Un repaso a los faros y a sus funciones tras el apagón sufrido hace una semana ?por el de la torre de Hércules, el más antiguo en funcionamiento en todo el mundo
02 dic 2009 . Actualizado a las 10:48 h.El faro de la torre de Hércules recuperó pronto la normalidad tras el apagón de más de una hora en la noche del martes de la semana pasada. El equipo auxiliar que generó la electricidad necesaria para su funcionamiento dejó paso al habitual suministro de la red eléctrica general y el haz de luz blanca de la linterna volvió romper la negrura de la noche. Con ello se restablecía un colorido en el puerto que, salvo para los hombres del mar, pasa casi desapercibido desde el litoral y constituye una especie de red semafórica. La correcta navegación de los más de 1.800 barcos que entraron el año pasado en el puerto coruñés (1.303 mercantes, 450 de pesca y 36 de guerra) son la razón de la presencia del faro, de las boyas y de los balizamientos ubicados en diversos puntos estratégicos.
Así, la luz blanca de la torre de Hércules se cruza con la roja procedente de punta Guisanda (una boya clave en la principal vía marítima de acceso al puerto coruñés), la blanca, roja y verde que sale de punta Fiateira o la blanca y roja procedente de Mera. Todo un colorido en la entrada al puerto que es controlado por una docena de técnicos de la Autoridad Portuaria, que son conscientes de que se pueden producir fallos, a veces aunque no sea debido a una tormenta eléctrica tan potente como la que poco después del siniestro del Mar Egeo había causado graves daños en toda la instalación eléctrica del faro.
Para quienes desde la Autoridad Portuaria se responsabilizan de estas señales, la importancia de una avería como la del martes 24 de noviembre no va más allá del fallo de un mecanismo, como puede ocurrir con cualquier otro elemento portuario que se mueva en los 8.458 metros destinados a servicios que tiene la entidad entre los muelles comerciales, los pesqueros, la Marina y la antedársena.
Pero si la luz del faro es capaz de hacerse ver a más de cuarenta kilómetros de distancia, el interés por el monumento le supera ampliamente, en distancia y en extensión, sobre todo desde que el pasado mes de junio la torre de Hércules fue designada patrimonio de la humanidad, entre otras cosas porque es el único faro romano del mundo que sigue en funcionamiento y, por lo tanto, prestando servicio a los barcos.
De todos modos, tanto desde la Autoridad Portuaria como desde el sector pesquero detallan que para la mayor parte de los barcos el faro de la Torre no pasa de ser un elemento casi estético, puesto que los modernos sistemas de navegación, como los GPS, hacen innecesario recurrir a esta referencia en la costa. No obstante, la mayoría de los veteranos pescadores siguen teniendo como referencia la Torre para volver a puerto, algo comprobable viendo las decenas de luces que cada noche doblan la punta del dique de abrigo, pasan a la altura de punta Guisanda y sueltan sus redes para pescar bajo la luz de un faro que ha dado lugar a todo tipo de metáforas literarias, -ojo de cíclope, incluido- muchas de ellas con un cierto halo de romanticismo como la afirmación de que era la última luz que veían los miles de emigrantes que salían en barco del puerto coruñés.