«No le pongo edad a la música»

Debutó con una colección de versiones, Ojalá. Siguió con un álbum propio, La Felicidad. Y ahora vuelve con Dos gardenias, una nueva lectura de un puñado de canciones de otros autores. En este caso, el abanico lo ponen un extenso repertorio de canciones latinoamericanas, reinterpretadas en clave latin-jazz. Desde el Aguas de Marzo de Tom Jobim al Toda una vida de Oswaldo Farrés, pasando por Vivir sin aire de Maná.

-Llaman la atención las canciones de Maná, Jorge Drexler o Juanes vistas desde una estética tan clásica. ¿Pensó en el contraste?

-No, la verdad es que yo no le pongo edad a la música. Pensé en hacer un repertorio global y no tenía intención de ceñirme a las canciones más clásicas. Quería revisar temas de autores de mi generación, creo que son canciones que aguantarán muy bien el paso del tiempo.

-Es decir, que le atribuye por adelantado la condición de clásicos a Maná o Jorge Drexler.

-[se ríe] !Es que no me importaba el tiempo! Solo gozar de la experiencia de hacerlo.

-¿Tuvo algún modelo?

-No, era una necesidad. Yo había tocado con bandas de jazz y siempre recurría a standars clásicos americanos. Yo quería un repertorio en mi idioma y que no fuera el típico bolero.

-Es ya su segundo disco de versiones. ¿Es muy fan?

-Hasta cierto punto. Soy fan de la buena música, pero no fetichista. No sé a lo que te refieres exactamente.

-A los que se escapan del «artista puro» al que no le influye nada, a los que les gusta conocer mucha música y homenajear a otros artistas.

-Ah sí. Creo que es imposible crear algo nuevo sin una base. No me gusta embriagarme de música, pero sí tenerla presente y paladear nuevos sonidos

-Un repertorio tan trufado de clásicos tiene pinta de ser una baza segura en directo.

-Es fantástico, pero lo que pasa es que los clásicos están cambiados y la gente se sorprende. Había un punto de riesgo en el disco que era muy atractivo, que son precisamente esos giros.

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