El maremoto y el desastre de Fukushima pusieron todos los ojos del mundo en Japón, pero en el caso de Marcos Vázquez su interés venía de lejos. «Siempre tuve ganas de conocerlo y en cuanto pude me fui allí», explica este fotógrafo de 28 años que a los 24 hizo la maleta con un objetivo: fotografíar todos y cada uno de los rincones del país del sol naciente.
«Recorrí todo lo que pude. Estuve en Tokio, Kioto, Himeji...
Muchos de esos contrastes se pueden ver (y adquirir) en la exposición que tiene en la primera planta del Café de Macondo (San Andrés, 106) hasta el próximo 28 de mayo. Allí el artista tiene colgadas veinte instantáneas que recorren una buena parte del abanico iconográfico de Japón. Desde los cervatillos sagrados de Nara al mítico cruce de Shibuya, en Tokio, pasando por las geishas de Kioto, las faldas del Monte Fuji o el castillo de Himeji. Los precios van de 35 a 75 euros y las imágenes se sirven en soporte de metacrilato o plumatex.
En ellas se muestra el amor por un país, que va mucho más allá de lo obvio. «El consumismo bestial que vi en Tokio es lo que menos me gustó de todo. Me quedo con el civismo y la educación de la gente. Vamos, todo lo que nos falta aquí», dice Marcos riéndose.
El idilio sigue vigente. De hecho, Marcos cursa en estos momentos tercero de japonés en la escuela de idiomas. «Espero volver allí este verano», comenta.