El clamor popular, los ajustes y los políticos

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira CRÓNICAS DESDE LA TORRE

A CORUÑA

23 jul 2012 . Actualizado a las 12:15 h.

La manifestación del jueves supone un golpe en el pecho, un aviso de que la paciencia de los ciudadanos está llegando a su fin. Que en una ciudad como A Coruña setenta mil personas (cincuenta mil según la policía) se lancen a la calle para protestar por las medidas económicas del Gobierno es un acontecimiento. Más allá del oportunismo político de unos pocos, la sucesión de malas noticias, despidos, reducciones salariales, pérdida de prestaciones y demás operaciones previstas para contener el déficit público y salvar el actual mapa de situación, con unos pocos miles de privilegiados ajenos al calvario de la mayoría, ha generado en los ciudadanos un sentimiento de rechazo colectivo hacia la casta política.

Razones no faltan en muchos ámbitos. Algunas de las discusiones con las que nos obsequian los políticos son más dignas de un patio de colegio que de un foro en el que se supone que deben primar los intereses de la mayoría. En el último pleno municipal de A Coruña, solo hubo una coincidencia, parcial, en una moción para poner en marcha unos pocos huertos urbanos en Novo Mesoiro. Pero incluso ahí los representantes políticos se enzarzaron en el padrinazgo de la idea, la idoneidad de la ubicación y no se sabe cuántas excusas más. Nuestros políticos nos deben, en todos los ámbitos, una actitud mucho más constructiva y productiva para corresponder a las miles de personas que les han votado.

Congelar el precio del bus. Por esa razón, la mejor noticia de la semana ha sido la rápida reacción del Ayuntamiento a la hora de negociar con la Compañía de Tranvías para evitar la subida del precio del bus a partir del 1 de septiembre. Los más de 1,5 millones de usuarios mensuales del transporte público en la ciudad lo agradecerán en la cuesta de otoño, donde se dispararán los precios de todo por la subida inmisericorde del IVA. Habrá que ver si esa medida de gracia se extiende a otras tasas municipales, como las del agua o la recogida de basuras, algo que, por el momento, el gobierno local no ha aclarado.

Ajenos a la realidad. Mientras la ciclogénesis explosiva que es la crisis sigue aumentando su fuerza, hay situaciones que no cambian. Por ejemplo, la fusión de municipios. El experimento Oza-Cesuras sigue encallado en las rencillas políticas, aunque el PP está convencido de que el sentido común se impondrá al ventajismo de la oposición. Craso error. Por si acaso, el ente provincial ya ha optado por cambiar de estrategia. A partir de ahora, se buscará una unión temporal de municipios en función de los intereses comunes. No se llamará ni mancomunidad ni consorcio, pero intentará aunar los mejores elementos de ambos. El experimento tiene buenas ideas, como que no cueste ni un euro más a los contribuyentes y que no cuente con aparataje administrativo. Pero el problema será su desarrollo y, sobre todo, su financiación. Los ayuntamientos no tienen dinero para nada y muestran poca generosidad para colaborar. Al final, amiguiños sí, pero a vaquiña polo que vale.