La estrella televisiva defendió la «gran importancia de tener enemigos»
31 may 2014 . Actualizado a las 13:50 h.Puro cinismo el de Risto Mejide. Empezó diciendo que él no era «quien para dar lecciones a nadie». Lo argumentó en base a que trabajó varios años en una cadena como Tele 5. «Y lo peor, me siento orgulloso de ello», apostilló. Pero durante una hora repartió consejos a diestro y siniestro sobre cómo crear una marca personal y triunfar con ella. Todo en la Fundación Novacaixagalicia y ante la audiencia del Leadership Forum, un encuentro de habilidades directivas, superación y coaching incluido dentro de Incoruña.
Estaba cantado que iba a acaparar todo el protagonismo. Ya antes de empezar, se hartó a hacer selfies con el mismo rostro impertérrito con el que luego se dirigió al público. Metido con soltura en su personaje, riéndose de sí mismo y tratándose como un producto, explicó paso a paso cómo se construyó la marca Risto.
El kilómetro cero quedó fijado en su segunda intervención como jurado en OT. Después de «hacer el ridículo» en la primera tirando de tópicos, se enfrentó a un concursante atractivo. «¡Esto es Operación Triunfo, no Operación Cachas!» le espetó El público se puso a gritar «¡Fuera, fuera!» «Lo decían por mí. Ese es el sonido del éxito», resumió. Tiene razón. A partir de ahí, la prensa se fijó en él, la audiencia se disparó y Risto pasó a formar parte de la galería de malos oficiales del país.
Se buscaba. Se había calculado. Con imágenes de Mouriño, Chicote o Jordi Évole de fondo, Mejide aseguró que «desde hace unos años existe una tendencia de decir las cosas a la cara en algunos personajes y gusta al público». Además de una corriente se trata, para él, de «una necesidad porque esa gente dice lo que no se suele decir». Se debe complementar con la autenticidad: «Es decir "Soy así", distinto al entorno y hacerlo notar».
Con ese punto de partida, Mejide desarrolló sus tres erres. Primero, relevancia. Apeló a una frase de Michael Crichton: «Decía "Si cuando hablas nadie se molesta es que no estás diciendo nada" y fue para mí una revelación». En base a ello destacó «la gran importancia de tener enemigos», apoyándose en imágenes publicitarias como Colacao y Nesquik. «Podemos dividir este auditorio entre los que son de uno y otro perfectamente. Las marcas ya saben que no pueden gustar a todos», explicó.
Sin embargo, según el conferenciante, esa relevancia no sirve de nada sin la otra erre, la de la reputación. «Sin ella solo malgastamos esfuerzo», dijo. Y el triángulo se complementa con la resonancia: «Hay que lograr la máxima difusión posible y eso se puede hacer sustituyendo algo que te falta con algo que te sobra».
Estos tres pasos conducen, según Risto, a un destino. «Hay que lograr que si tú no existieses, habría que inventarte», dijo ufano señalándose a sí mismo. Con el mismo tono de autohomenaje con el que empezó, concluyó: «Nunca me agradeceréis la cantidad de triunfitos y friquis que os he quitado de encima». Luego, poniendo tono trascendente, recordó una concursante de voz prodigiosa en Tú sí que vales. Decía que por aquel momento había merecido la pena estar allí.
Se trataba de una niña sin recursos. Quería ganar para estudiar y ser cantante de ópera. Su exhibición lacrimógena, pese a ser un vídeo, emocionó y sirvió para que el público le obsequiase con un gran aplauso de despedida. Un espectador le descubrió el truco: «Pones eso para apropiarte tú del aplauso que le damos a ella». Y Risto se rio.