Olor a tinta

Pedro Galilea DIRECTOR FUNDACIÓN CIEC

A CORUÑA

14 abr 2015 . Actualizado a las 20:44 h.

Se dice que el sentido que más remembranza produce es el olfato, de nuestros 5 sentidos, es por tanto, el que tiene mayor poder de evocación y de memoria. La verdad, es que cuando la gente entra en la Fundación CIEC, Centro Internacional de la Estampa Contemporánea, de Betanzos, es lo primero que dice: «¡que olor!»-.

Por supuesto que al entrar en la Fundación llama la atención su bello espacio interior, diseñado por González Villar en 1923,  para el negocio familiar de la familia Núñez, pero también es cierto que todo él está impregnado del olor a tinta de los múltiples artistas que hoy pueblan el taller internacional en que se ha convertido. Se trata de la sangre que bombea y da vida a esta institución cultural que apoya el grabado y a sus creadores.

Referente a este particular aroma, puedo contarles una anécdota que ejemplifica perfectamente de lo que hablamos. Corría el año 2008 cuando la Fundación organiza una exposición sobre la obra del artista tempranamente fallecido Antonio Marcoida. Gracias a los fondos de la propia institución y a la inestimable colaboración de la familia conseguimos reunir un número importante de sus obras gráficas. Desde su fallecimiento en 1993 no se había expuesto su obra sobre papel y eso llevó a que su viuda y sus dos hijos decidieran desplazarse desde Madrid a Betanzos para contemplar la obra enmarcada y expuesta. Se trataba de un reto para todos nosotros, ¿habríamos estado a la altura?. El día llegó y la familia traspasó la puerta del centro y atravesó los talleres para subir al espacio expositivo. Tuve el privilegio de acompañarles durante la visita y pude comprobar cómo, a medida que avanzábamos entre las obras, los ojos de sus dos hijos se iban nublando y haciéndose más acuosos. Pensé, «¿En qué hemos fallado?». Tras mi pregunta, ellos respondieron que no podían contener las lágrimas ya que el olor que lo inundaba todo, era exactamente el mismo al aroma de su casa cuando su padre vivía, ya que tenía el taller en la misma vivienda. Una vez desaparecido su padre, poco a poco fue perdiendo intensidad, hasta perderse para siempre y ahora de repente había sido recuperado.

Les invito a atesorar otro aroma más a su memoria, del cual ya no podrán desprenderse jamás, el olor a tinta.