Falta aparcamiento, primer balance de la peatonalización 20 días después

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Los vecinos celebran la Ciudad Vieja sin coches, pero denuncian carencias y abusos

15 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

De la imagen cada día más apacible que ofrecen las calles de la Ciudad Vieja a las tensiones del perímetro exterior, donde las necesidades de aparcamiento a última hora del día desbordan la capacidad de las calles mismas, el foco del proceso de peatonalización se desplaza tres semanas después de su arranque en una trayectoria pendular de dentro afuera y vuelta al centro de partida. En poco más de un mes, advierten en el barrio como en una letanía, el plan pasará su primera prueba de fuego, con la vuelta al colegio en la zona alta de la Ciudad, sobre la que se ha descargado toda la presión del tráfico. Mientras, intramuros, «la gente se busca la vida por su cuenta y ya no protesta», explica una trabajadora de un establecimiento de las inmediaciones de Azcárraga.

El ceramista Álex Roig, instalado desde octubre en un bajo de la calle San Francisco, resume el sentir mayoritario tras los cambios del 25 de junio: «Una maravilla». Por delante de su ventana, donde antes pasaban coches ahora corretean niños de vacaciones. «Cuando llegaba por la mañana antes tenía que dar vueltas para aparcar y ahora puedo elegir plaza en la zona reservada para comerciantes y residentes», explica. Y con la misma facilidad podrán llegar sus clientes, opina, en contra de los que consideran que el comercio tiene los días contados a causa de su aislamiento. La salida de los coches del núcleo histórico no está ni de lejos consolidada, a juicio de José Manuel, que explica el estado de la circulación desde una terraza del Campo da Estrada. «Por esta calle [señala el principio de Herrerías] pasa alguno lanzado varias veces al día», sugiere, provocando una reacción en cadena. «Y por Amargura, y en dirección prohibida», anota Jose Rey, que censura el comportamiento de los conductores que siguen burlando las normas -«la policía lleva multando quince días y la verdad es que no me extraña; a algunos les dejaron avisos sin sanción en la luna de delante», asegura- y condiciona su parecer a lo que ocurra en septiembre.

Sin coches pero con riesgo

«Estamos en un momento de transición chungo por la sencilla razón de que la gente hace lo que le da la gana», resuelve José Manuel, que advierte situaciones de riesgo derivadas precisamente de esta fase de adaptación. «Los coches no pueden entrar más que de forma puntual, pero a los niños tienes que controlarlos igual que antes, y a los perros la mayoría de la gente no los suelta», indica este vecino, tan satisfecho con la oferta de aparcamiento reservado para los residentes que en su caso le permite prescindir de la plaza que su familia tiene en propiedad en el párking subterráneo de María Pita. «Es un coñazo subir y bajar y por arriba encuentro», explica. Luis Cortizo, un vecino de los primeros números de Orillamar que antes de la peatonalización aparcaba -como muchos conductores de los barrios adyacentes- por la avenida del Metrosidero, ofrece una opinión diferente. «A otra hora del día no sé, pero cuando yo vuelvo, sobre las nueve, ya es imposible encontrar sitio. Hablo de lunes a jueves. Los viernes ni lo intento. Voy directamente hacia la Torre», explica.

María Pita convoca a los vecinos para hablar de una feria medieval que divide al barrio

Faltan nueve días para la inauguración de la Feira das Marabillas, el mercado medieval que cada mes de julio toma la Ciudad Vieja y sus aledaños durante seis días y este verano, por vez primera, en un casco histórico íntegramente peatonal, lo que alterará sustancialmente la circulación en la zona. Los vendedores de la feria -este año se montarán 210 puestos- aparcaban tradicionalmente en el entorno de la Maestranza y el Oceanográfico, áreas reservadas en su mayor parte para vecinos y comerciantes, de manera que las restricciones de espacio donde estacionar para residentes sin tarjeta, visitantes y mercaderes complicarán en extremo el tráfico en los alrededores, de por sí caótico en años anteriores.

El Ayuntamiento, que ya ha recomendado a los que tienen previsto asistir a la feria que vayan a pie, en bicicleta o en el autobús urbano, ha convocado para mañana una reunión con los vecinos en el centro cívico de la Ciudad Vieja, a las 20.30 horas, sobre la organización del mercado medieval, a la que asistirán responsables de la concejalía de Cultura. El apoyo vecinal a la fiesta dista mucho de ser generalizado; de hecho, la feria es uno de los puntos de fricción entre comerciantes y residentes, cuyos intereses no siempre coinciden.

El impacto económico es elevado, pero la entrada de miles de personas en el conjunto histórico y la realización de actividades de toda clase ocasionan daños no menores, para los que los vecinos piden controles rigurosos a fin de salvaguardar los espacios y jardines históricos que los acogen.