El centro del Chuac administra 2.000 tratamientos biológicos al año a pacientes de reumatología
23 jul 2018 . Actualizado a las 11:28 h.Suena el teléfono y en la pantalla aparece un número larguísimo. Con solo verlo sabes que es del hospital. «El viernes a las 8.30 te pondremos el tratamiento biológico en el hospital de día del Chuac», te dicen. Y entonces piensas que vas a ir a donde mandan a los pacientes a que reciban la quimioterapia. Pero te equivocas. Nada más entrar en la sala con numerosos sillones con gente recibiendo su dosis de tratamiento, notas cómo el ambiente tétrico que te habías imaginado no existe. «A mí me pasó. Cuando me dijeron que debía venir al hospital de día pensé que iría con los pacientes de oncología y lo asocié con un sitio triste, pero para nada es así». Lo cuenta Ana Lojo, que desde los siete años sufre artritis idiopática juvenil, una enfermedad que, en su caso, fue muy agresiva y para la que ha pasado por cinco tratamientos biológicos diferentes, unos medicamentos muy avanzados para reducir la inflamación provocada por la patología. «Gracias a ellos he conseguido estabilizar la enfermedad», añade.
Manuel Moreno lleva catorce años siendo paciente del hospital de día de reumatología. «Estuve mucho tiempo con antiinflamatorios. Hasta que ya no pude más. Los biológicos me salvaron la vida», explica. No le preocupa tener que acudir al hospital cada tres meses para ponerse el medicamento, es más, dice, «llegaron a ofrecerme que me lo pusiera en casa, pero, para qué si allí me tratan genial, sé que estoy controlado y además ayudo con los estudios que hacen», añade.
Personalización
La atención a los pacientes es uno de los puntos fuertes de este recinto de la primera planta del Chuac. Allí siempre hay médico reumatólogo encargado de supervisar que la medicación que se les suministra sea correcta. Además, el trato que reciben los pacientes es totalmente personalizado. En un año se llegan a administrar unos 2.000 tratamientos a unos 150 pacientes a lo largo de los tres días semanales de los que disponen para utilizar el hospital de día. «Las terapias biológicas son individualizadas, vienen con el nombre y apellido de cada uno de los pacientes y adaptadas a ellos», explica Genma Louzao, enfermera del hospital de día. Su papel es muy importante porque son las encargadas de recibir a los pacientes, las que les ponen la vía y, sobre todo, las que se paran a hablar con ellos. «Siempre tenemos un momento de conexión», comenta. Pero para algunos pacientes, como Ana Lojo, es mucho más que eso: «Pasamos de ser números a ser personas», dice.
La mayoría de las enfermedades reumáticas son crónicas por lo que los tratamientos suelen ser de larga duración. Después de acudir varios meses seguidos, «las enfermeras nos conocen y nosotros a ellas», explica Manuel Moreno.
Factor social
Una hora, dos, tres o incluso más. Es lo que tardan en administrarse las «infusiones», como se conoce los biológicos de vía intravenosa. Tiempo que los pacientes utilizan para charlar entre ellos y contarse, en muchas ocasiones, sus experiencias con el tratamiento. «La interacción entre los pacientes del hospital de día es algo muy importante. Ayuda a aquellos que están empezando con la patología porque la afrontan desde el punto de vista de la superación», explica el doctor reumatólogo Carlos Fernández, encargado de los pacientes de reumatología en el hospital de día. «Con estos tratamientos nuestro objetivo es siempre que los pacientes puedan tener una vida lo más normal posible y que lleguen a entrar en remisión, es decir, que la enfermedad esté dormida. Lo hemos conseguido en un alto porcentaje», explica el doctor Fernández. Pero aunque la enfermedad esté completamente bajo control, muchos pacientes requieren continuar con la administración de estos medicamentos, algo que sin duda contribuye a que el ambiente del hospital de día sea agradable y que aquellos que llegan nuevos vean que es posible dominar la patología. «Socializar y compartir experiencias es una forma de conocer mejor tu enfermedad», dice Manuel.
«Personas receptivas»
El perfil de paciente de reumatología, según explica el doctor Fernández, difiere del de otras especialidades ya que «es sociable y extrovertido, algo que nos facilita el trabajo porque suelen ser personas receptivas». También para la otra parte, pues varios pacientes dicen que «el personal sanitario es una familia más para nosotros».