Conservar o morir

Alberto Unsain ARQUITECTO

A CORUÑA

13 nov 2018 . Actualizado a las 10:48 h.

Los políticos, torpes, cortoplacistas y de vuelo bajo consideran que las obras subterráneas -por ejemplo de saneamiento- y de mantenimiento, no reportan votos. Las primeras porque no se ven, y las segundas porque no se inauguran.

El Kiosco Alfonso ha tenido dos vidas desde que se inauguró. La primera se la proporcionó el arquitecto Rafael González Villar cuando lo diseñó en 1912. Se utilizó para todo: cafetería, restaurante, cine y hasta local de ensayo de bandas de tambores y cornetas. De tanto usarlo sin apenas mantenerlo, el edificio agonizó por inanición. La segunda se la insufló en 1982 el arquitecto Pepe Casabella rehabilitando el edificio modernista con el fin de dedicarlo a difundir la cultura promovida por el concello coruñés. Han transcurrido 36 años desde que el Kiosco inició su segunda etapa como contenedor cultural al servicio de María Pita. Larga vida difundiendo exposiciones de pintura, fotografía, escultura y hasta muestras de encaje. Propagando el cómic durante 21 ediciones de Viñetas desde o Atlántico. Ha sido una vida intensa y fructífera, por la que han desfilado un considerable número de visitantes, que lo han disfrutado, usado y desgastado.

Las personas, pueden morir por desnutrición, y los edificios por falta de conservación.