La auténtica Pelícano

Luís Pousa CORUÑESAS

A CORUÑA

Lancha Pelícano recogiendo un vertido de crudo en la dársena de Oza
Lancha Pelícano recogiendo un vertido de crudo en la dársena de Oza ANA JUNQUERA

La Pelícano genuina, la Pelícano que hace olvidar los morreos a escondidas e incluso los conciertos de los Hombres G embalsamados, es una humilde lancha, casi una cáscara de nuez, que se dedica a limpiar el espejo de agua entre los muelles

13 ago 2019 . Actualizado a las 00:45 h.

Si en A Coruña uno dice Pelícano ya ni siquiera se piensa en el pajarraco de pico colgón, capaz de echarse al gaznate cualquier cosa, viva o muerta, como en los carteles de Wanted que inundan las pelis del Oeste. En nuestra ciudad, ahora mismo, Pelícano solo hay uno: la discoteca portuaria que, a pesar de eso, de ser una sala de conciertos, una discoteca, como se diga, todo el mundo llama en masculino, El Pelícano, como si se tratase del ave acuática que acaba de pillar al vuelo un mújol en los desagües de la Dársena.

Ahora mismo, el Pelícano es la mejor sala de A Coruña por equipamiento. Hasta tienen palcos VIP, que valen para que uno se amodorre aferrado a una botella de champán del caro. Eso de pedir champán del caro es muy peliculero. En todas las pelis, cuando alguien quiere celebrar algo y, ya de paso, demostrar que hay pasta larga, le pide al camarero:

-Una botella de champán.

-Enseguida.

-Pero que sea del caro.

-Por supuesto.

Los palcos VIP son iguales en la música que en el fútbol. Están para que uno se distraiga con el champán del caro, el vino, el jamoncito recién cortado, lo que sea, todo vale con tal de no enterarse de quién canta en el escenario o cómo va el partido.

-¿Dónde quedamos hoy, neno

-¿Dónde va a ser?

-En el Pelícano.

-Acabáramos.

A los chavales les gusta mucho ir al Pelícano. Sobre todo la primera vez. A los adolescentes les gustan mucho las primeras veces. Es cosa de la pubertad. La primera vez todo parece hermoso, único. Luego uno ya se va dando cuenta de que tampoco es para tanto. A los chorbitos y chorbitas que van por primera vez al Pelícano les hace mucha ilusión. A la segunda ya te sueltan que pasan de volver, que hay mucha gente mayor. 

-¿Mayor?

-Sí, de 25 o más.

-Qué viejuno.

Pero la Pelícano genuina, la Pelícano que hace olvidar los morreos a escondidas e incluso los conciertos de los Hombres G embalsamados, es una humilde lancha, casi una cáscara de nuez, que se dedica a limpiar el espejo de agua entre los muelles. La Pelícano es el robot aspiradora que la Autoridad Portuaria suelta por su pedazo de mar para que absorba los pelos del gato y ese polvo que somos nosotros mismos, que nos vamos desgastando. Gracias a este barquito podemos repetir, cien años después, aquello que dijo Lorca al pasear por la Dársena:

-Este agua parece postiza.

Porque este Atlántico de clausura está tan limpio que parece un océano de juguete por el que la Pelícano va y viene como si fuese una pianola pasando su partitura acuática por la quilla.