Eduardo Mendoza: «En Londres se hace un silencio cuando hablo de Barcelona»

A CORUÑA

mendoza
ANGEL MANSO

El escritor catalán está este martes en A Coruña presentando su última novela «El negociado del yin y el yang»

14 nov 2019 . Actualizado a las 17:06 h.

Tiene una ironía gemela de la retranca gallega y una elegancia innata con la que saluda, personalmente, a cada uno de los periodistas convocados en su encuentro con la prensa en A Coruña. Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) memorizó previamente los nombres de los presentes en una de sus contadas paradas en España para promocionar su último libro, El negociado del yin y el yang (Seix Barral, 2019). La segunda entrega de la trilogía que inició hace un año con El rey recibe vuelve a estar protagonizada por su alter ego periodista, Rufo Batalla. «Me siento muy próximo a este personaje, es como un hermano tonto», bromea. A las 20.00 horas Mendoza está también en la Fundación Luis Seoane, en un acto abierto al público, dentro del ciclo Somos o que lemos

-¿Cómo está Barcelona?

-¡Vaya pregunta! 

El escritor catalán vive desde años en la capital británica, aunque visita con regularidad su ciudad de los prodigios. «Se la dejo a los turistas, que la disfruten», continúa con una sonrisa. La capital catalana que siempre lo inspira no es la misma que la de 1975, cuando publicó su primer libro, y éxito, La verdad sobre el caso Savolta. Si le dan a elegir entre el brexit y el procés, él se queda con el primero. El segundo, duele más. «Yo creo que ya hay un poco de cansancio, de sensación de inutilidad. Una movilización tiene que servir para presionar a un Gobierno, pero aún no lo hay. ¿Para qué vas a presionar? Es estar por estar», confiesa Mendoza, que añade, en relación al procés: «En conjunto, es todo un desastre, por un lado y por el otro». 

Es todo un desastre, por un lado y por el otro. En la televisión parecía que la ciudad estaba en llamas, y eran dos calles

«Me siento un extraño en todas partes. Soy un nómada y me gusta estar en ciudades que no son la mía, donde se habla un idioma que no es el mismo», cuenta el Premio Cervantes 2016. «Mi ciudad ha cambiado mucho. Cuando era joven era una ciudad de provincias, amable, con vocación cosmopolita, pero de uso interno, para los que vivimos allí. De repente, se convirtió en un referente mundial. Yo, que vivo en Londres, cuando se me pregunta 'de dónde es' y digo Barcelona, se hace un silencio. Es una ciudad que tiene un gran atractivo», razona.

Eduardo Mendoza durante su encuentro con la prensa de A Coruña en su gira de presentación de «El negociado del yin y el yang»
Eduardo Mendoza durante su encuentro con la prensa de A Coruña en su gira de presentación de «El negociado del yin y el yang» ANGEL MANSO

Las nuevas aventuras de Rufo Batalla en El negociado del yin y el yang lo traen desde Nueva York, donde también vivió Mendoza en los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. Aterriza en la Barcelona de 1975, a punto de morir del dictador. Ahora, en el 2019, presenta el libro con Franco recién exhumado del Valle de los Caídos. Parece una calculada operación de márketing, pero no. «He tenido mucha suerte en eso. El primer libro (La verdad sobre el caso Savolta) se publicó en el año en el que murió, y ahora, esto. Una cosa muy anecdótica. En el momento en el que sale el libro, sale Franco. Sale de la tumba, muy poca gente sale de la tumba. A parte de Lázaro y Drácula, no se me ocurre nadie más», arranca sarcástico.

En el momento en el que sale el libro, sale Franco. Sale de la tumba, muy poca gente sale de la tumba

Para Batalla elige Mendoza el oficio de periodista. «Son los protagonistas del siglo XX», justifica. ¿Y los del XXI? «Sigue siendo así. No hay nada que lo haya sustituido. Quizá las redes sociales sean el futuro. La novela acaba en el año 2000. Es posible que el periodismo pase a ser más testimonial», conjetura.

¿Y dónde se informa un lector como él? «La televión no la soporto como medio informativo. No soporto el telediario, me parece una tontería. Me molesta porque es una persona que me está leyendo una cosa, me está leyendo el periódico. Yo ya sé leer las noticias. Por encima salen unas imágenes que no tienen nada que ver con lo que están diciendo. 'Crisis económica', anuncian, y hay un señor sacando dinero de un cajero automático», dice. 

«A veces hay imágenes potentes, también relativas». Vuelve a Barcelona. «Parecía que la ciudad estaba en llamas, y eran dos calles, dos calles donde se estaban quemando contenedores, lo que está muy mal y es un asco, pero no era toda la ciudad ardiendo por los cuatro costados», concluye.