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La ingeniera explica este jueves en la Domus su trabajo en el proyecto del telescopio James Webb, sucesor del histórico Hubble
19 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Desde Aristóteles hasta Kepler o Hubble y durante siglos la astronomía ha suscitado enigmas en la humanidad, y son muchos los nombres de las personas que han dedicado su vida a intentar descifrar los cielos. La ingeniera de Sistemas del Centro Espacial Goddard de la NASA Begoña Vila (Vigo, 1963), es una de ellas. Con motivo del lanzamiento del telescopio James Webb ofrecerá este jueves, a las 19.30 horas, una charla en la Domus, O Telescopio Espacial James Webb, mirando cara atrás no tempo. Profundizará en el proceso de creación del telescopio más complejo que se ha fabricado, con el que se podrá ver y escuchar cómo suena el espacio más profundo. Una nueva etapa derriba las barreras gracias a este avance, que se convierte en un sueño cumplido.
Begoña creció observando el cielo con curiosidad y ahora acumula una larga lista de logros en su trayectoria profesional. Pese a las firmeza de sus palabras es humilde, y se refiere a la NASA como un ambiente dinámico que le obliga a ser ágil, «yo allí estoy con personas que tienen conocimientos de muchos ámbitos, y todos muy buenos en su campo. Me siento afortunada», narra. En la charla hablará sobre el proyecto, que despega después de 25 años, tras haberse pospuesto en varias ocasiones. Relata que cuando se ideó el concepto muchas de las tecnologías no existían y era muy complejo, «son muchas las pruebas para poder observar en el infrarrojo, y duplicar las temperaturas a las que está es muy complicado», comenta. Va a operar en una órbita a cuatro veces la distancia de la Luna.
A base de cálculos y de matemáticas se miden las respuestas. «Una de las mayores complejidades es que las temperaturas son muy frías», cuenta, «hay que alinearlo bien porque estará a 200 bajo cero, entonces también tienen que ser materiales con un comportamiento repetible, y montamos los espejos en Houston, donde se hizo el Apolo 11». Ahora ya está listo y plegado, tal como va a ir dentro del cohete, que sale desde la Guayana Francesa. Será el sucesor del histórico Hubble y la gran diferencia radica en el alcance de lo que puede descubrir, «el James Webb se diseñó para ver las primeras estrellas y para seguir la luz que emitieron cuando se formó el universo y estudiar cómo viajó durante 13.500 millones de años», explica.
Otro objetivo es buscar indicios de una atmósfera capaz de albergar vida. «Si hace veinte años me preguntas si hay más planetas te diría que no lo sé. Ahora ya se sabe, gracias a otros telescopios como el Kepler», explica. James Webb nos da el siguiente paso, aunque Begoña afirma que hay mucho por saber y por conocer, «sabemos que Marte puede tener agua y que algunas de las lunas también, pero no es ni la mitad».
Los objetivos de la ciencia son más ambiciosos y la astronomía ha recorrido el camino de la mano de la tecnología, desde no saber nada sobre las nebulosas a entender cada vez más. Begoña espera descubrir algo nuevo en esta misión: «Que nos ayude a ver el universo con otros ojos, a saber algo que no entendamos», dice. Todavía se desconoce el 95% del universo, pero la perspectiva ha cambiado. «Se va aprendiendo más, varía lo que se estudia y lo que se entiende ahora. Cuando se veía un eclipse parecía el fin del mundo y ahora los predecimos», declara. Explica que la mente humana es increíble por lo rápido que asume cosas que antes eran exóticas. «La ciencia no tiene límites, tampoco el universo en el que vivimos, es increíble», apunta. Begoña anima a todo el mundo a ir hoy, «con interés ya es suficiente para ir, es una oportunidad de aprender, desde lo básico hasta ahora, la historia de este telescopio», avanza.