El maestro gaiteiro no puede tocar

Toni Silva OZA-CESURAS

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Una lesión en un hombro obligó a Xosé Ramón Rilo, uno de los históricos de Galicia, a abandonar la gaita. «Ando máis apagado», lamenta a sus 89 años

31 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay aficiones que atraviesan a la persona y se quedan con ella para siempre. Hasta el punto de que si un día la salud se tuerce y el hombre (el nuestro se llama Xosé Ramón) no puede continuar con ella, cae en una especie de vacío, el humor se esconde y se echan de menos los tiempos pasados. Xosé Ramón Rilo, un gaiteiro de 89 años que vive en Oza-Cesuras, muy popular en Galicia y el País Vasco, adonde llegó como emigrante, lleva dos años en ese estado de nostalgia desde aquel maldito día en que una caída le dejó tocado el hombro izquierdo, precisamente el izquierdo. «É co que se controla o fol, o que mantén a tensión do son, pero eu agora xa non podo, caín e estiróuseme o tendón», lamenta Rilo, quien recurre a pequeños flautines como si fuera una metadona que le alivia de su gran adicción por la gaita.

Cuando se lleva tocando toda la vida, ese frenazo en seco afecta al alma. «A miña muller decátase de que non son o mesmo, di que ando máis apagado», señala. Por eso ella, Benedicta, le invita a intentar tocar la gaita de nuevo, porque el cuerpo ha de sacrificarse para recuperar el ánimo, mucho más importante que un tendón dolorido.

Lesiones al margen, lo que Xosé Ramón Rilo ha llevado sobre sus hombros durante decenios ha sido la llama viva de la música tradicional gallega. Además de fundar y colaborar con numerosas agrupaciones, Rilo compuso piezas para el inventario musical local, además de rescatar del olvido otras muchas. Todo ello le hizo ser condecorado en el 2014 con la Anduriña de Oro, una insignia que se entrega el día de Galicia en el País Vasco. «Entregouma o alcalde de Vitoria», dice, y reproduce las palabras que le dedicó el regidor: «El hecho de que dos autonomías muy distintas se pongan de acuerdo para darle este galardón, es algo muy grande para esa persona». Aquello no fue el culmen de su carrera como gaiteiro. De hecho, el municipio de Oza-Cesuras se movilizó el pasado mes de septiembre para celebrar su 89 cumpleaños.

Es fácil tender a vincular a este hombre con O Vello Rilo (Manuel Rilo Pardo, 1829-1907), oriundo de Cines, un rostro con densas patillas blancas que ha trascendido los siglos como icono del folklore gallego. Xosé Ramón cree que su descendencia no va por hilo directo con aquel gaiteiro del siglo XIX. Además, nunca podrá demostrarse. «Porque nos Concellos de Abegondo e Betanzos queimaron todos os arquivos durante a República», señala.

Fue su tío José Rilo quien le enseñó a tocar, pero Xosé Ramón habla de Os Freires, también de Oza dos Ríos, como los gaiteiros más completos que conoció durante su formación. «Meu tío marchou de mozo a Cuba e ao voltar ensinoume a min, e díxome que no Centro Galego de La Habana coñecera a gaiteiros mellores co Vello Rilo», explica.

Carpintero de profesión

Se formó como carpintero, y en 1952, con 20 años, emigró al País Vasco donde trabajó como ebanista por el día y acudía a la escuela por la noche. «Eran cursos gratis, e así completei os estudios da escola de Mandaio». En Bilbao se incorpora al Grupo de Gaitas de la Casa de Galicia, y en 1969 funda, junto con otros compañeros, el Centro Gallego de Llodio, en Álava, así como el nuevo grupo de gaitas. Para entonces, su hijo Xoán Carlos dio muestras de haber recibido su ADN musical. «Con tres aniños aínda non falaba ben, pero xa tocaba pezas sinxelas. Con 9 anos fomos inaugurar unha rúa de Bilbao e o fillo facía a segunda voz, ao rematar as mozas levantárono no aire para unha foto, era moi bo». Por eso formó junto a su vástago un cuarteto llamado Os Rilos, participando en certámenes como el de la Escola de Gaitas Toxos e Xestas de Barcelona en 1980, de donde se volvieron sin dos palletas. «Menos mal que xa fixéramos a actuación, o meu rapaz e máis eu quedamos sen palletas», recuerda sobre aquel hurto.

Recorrió toda España en certámenes regionales y siguió fundando grupos como Os Fillos de Breogán, en Pamplona. En 1996 regresó a su tranquila casa de Oza dos Ríos y comenzó a participar con las mejores agrupaciones de música de Galicia, como las corales Airiños da Terra o Cantares Galegos. Siguió componiendo piezas como el Pasodoble dos Caneiros o divertidas historias como la del conductor de autobús Gabriel do Ministro. En su homenaje fue cantada por él, mientras un compañero tocaba la gaita. El hombro. El maldito hombro le impidió tocar ese día tan especial. Pero las ganas son más fuertes. «Sabes? Vouno intentar, non podo vivir sen tocar a gaita».