
Si mi pandilla del colegio piensa en excursiones escolares, siempre recordamos que nunca nos llevaban más allá de A Coruña y del planetario... desde Ferrol
19 may 2022 . Actualizado a las 11:44 h.Era un clásico de la EGB la excursión a la Casa de las Ciencias. Si mi pandilla del colegio piensa en excursiones escolares, siempre recordamos que nunca nos llevaban más allá de A Coruña y del planetario... desde Ferrol. Supongo que, como tantos otros, el recuerdo es una mezcla de realidad y ficción compartida, y que seguro que antes de llegar a BUP nos habrían llevado más lejos, pero la leyenda nos ha dejado en el parque de Santa Margarita viendo el péndulo de Foucault como la excursión más larga de aquellos años.
En aquel relato compartido, el planetario era un espacio inmenso, un primer contacto con un universo oscuro y misterioso y sobre todo incomprensible y precioso al mismo tiempo. Este fin de semana me senté en el planetario por primera vez en muchos, muchos años, para una sesión infantil. Todas las perspectivas habían cambiado. La escala, el punto de vista, hasta las dioptrías. El universo no parece ya tan lejano, posiblemente porque ya no soy yo el retaco hundido en la butaca. La cúpula ya no parece inmensa, pero todo sigue siendo fascinante. Lo es para los dos ojitos que me acompañan y para los míos. Avanza el cuento y en la pantalla aparecen seres mitológicos, héroes, animales y bestias, en la semana en la que hemos visto por primera vez un agujero negro en la Vía Láctea, la semana del eclipse de Luna. Nada o casi nada se puede ver desde las ventanas de la ciudad (esto también lo dice el cuento), porque vivimos de espaldas a esas mismas estrellas que revela el planetario. En la tercera planta de la Casa de las Ciencias deslumbra una imagen nocturna de la ciudad. Como un universo paralelo de luces encendidas que no nos dejan ver las otras. Las de las bestias y los mitos dibujados en el cielo.