Regreso a las ruinas, ahora con la torre excavada, del castillo de Mesía

CRISTÓBAL RAMÍREZ A CORUÑA

A CORUÑA

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La excursión a la fortaleza incluye un hallazgo inesperado: el testimonio de un párroco que dio cristina sepultura a los vecinos fusilados por las tropas de Napoleón en 1809

26 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay sitios a los que no apetece volver y otros de los que uno queda enamorado. La vuelta a Mesía puede suscitar consenso o no, pero no regresar impide contemplar unos paisajes donde manda un verde fortísimo y de numerosas tonalidades, a lo que hay que sumar los ocres del otoño. Mesía es uno de los municipios que marca el límite entre la coruñesa retaguardia del golfo Ártabro y las tierras altas de Compostela.

Así que carretera a Xanceda rumbo a As Travesas (que queda a 17 kilómetros) y Mesón do Vento, buen firme que cambia cuando se coge un desvío a la diestra, señalizado. Y cambia porque esa es una pista muy estrecha y muy recta, que desciende y lleva a A Pobra. Eso sí, aquí y allá carteles con una demanda popular: no a los macromolinos eólicos que acabarían destruyendo ese paisaje. Los vecinos huchean, pero lo dudoso por ahora es que les hagan caso.

Todo está igual que el verano pasado. El pequeño templo se alegraría si recibiese algunos cuidados más tanto en el edificio en sí como en su entorno inmediato. Presenta una sola nave, con muros de mampostería, puerta adintelada y sobre ella la piedra armera de los Fonseca.

También está A Taberna da Pobra, con una mujer muy agradable al frente y que sirve comidas. Y, claro, permanece en pie el castillo en esplendorosas ruinas que fue excavado el verano pasado, «pero só dez días e algún choveu», informa esa mujer.

La vegetación no impide el ascenso al interior del castillo. Al entrar, a la izquierda, el sendero conduce a la zona en la que se trabajó en verano, en la torre de homenaje ahora convertida en mirador excepcional.

Siguiendo la pista sin desvío alguno vuelve a cruzarse el Samo, que ha descrito un enorme arco, y en consiguiente ascenso el excursionista encuentra la capilla de Nosa Señora de Arxán (de la Merced, en los mapas), un lugar entrañable donde solo desentona un cercano ejemplo de feísmo con ladrillo a la vista y hórreo que se merecía una mejor suerte.

Pero la capilla, sencilla, es un pequeño tesoro. No porque su construcción vaya a asombrar, sino porque el entorno ha sido ejemplarmente cuidado, con una zona de descanso y una placa (que necesita una limpieza) en la que se recoge el extraordinario testimonio del párroco Gregorio Pelagio Vázquez Cabanas. Pone la piel de gallina, porque describe en el libro de defunciones de la cercana iglesia de San Cristovo, en 1809, cómo dio cristiana sepultura a los vecinos fusilados por las tropas de Napoleón. Un ejemplo de valentía y un ejemplo por difundir para todos tal impresionante testimonio.

INICIO

43°07’05”N 8°14’33”W.

LA FOTO MÁS PERSONAL

Ante el castillo.

CON NIÑOS

En ningún caso deben entrar solos en las ruinas.

MAPA RECOMENDADO

Instituto Geográfico Nacional 70-II