Geli Fernández: «Para estos carnavales he cosido noventa disfraces de Tina Turner»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MIGUEL MIRAMONTES

Es la modista oficial de la comparsa más numerosa del entroido coruñés

19 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Flecos, lentejuelas y una licra brillante de color rojo inundan el cuarto de estar en esta vivienda de Los Rosales. Tras la máquina de coser emerge la sonrisa de Geli Fernández, modista oficial de la comparsa más numerosa del entroido coruñés, Tarde Mal y Arrastro.

—¿Cuántos disfraces han caído?

—Para estos carnavales he cosido 90 disfraces de Tina Turner. En realidad, 180, porque son 90 vestidos y 90 chaquetas. ¡Solo la chaqueta lleva 7 patrones!

—Esa chupa de cuero le tuvo que dar mucha lata.

—Incluso tuve que cambiar de máquina, porque esa piel no me la cosía una normal. Poner los flecos y las mangas en una prenda tan dura me dio mucha lata.

—¿Lo más difícil es ajustar los tiempos?

—Sí, porque si no es un estrés. Pero este año voy bien, ya los he acabado todos.

—¿Cuánto le llevó?

—Pues lo saqué todo en dos meses, porque lo hice en noviembre y diciembre.

—Ni tarde, ni mal, ni «arrastro».

—A tiempo. Estas últimas semanas nos ocupamos ya solo de los últimos retoques. Es que nunca se acierta del todo con las tallas.

—¿Cuántos caían por día?

—Unos 17 vestidos por día me salían bien.

—¿Cómo se queda una después de semejante tute?

—Mira, la espalda te duele cosas lo que cosas. Quizás lo que más sufre es la muñeca, a la hora de cortar el tejido. Aunque tengo unas tijeras profesionales, no es lo mismo. La mitad de las modistas terminan padeciendo del túnel carpiano por eso. Al día siguiente de cortar tengo las muñecas como doloridas.

—Porque aparte tiene su trabajo habitual, claro.

—A mí me gusta mucho coser. Empecé dedicándome a los arreglos y ahora estoy trabajando en una casa de cortinas, que también me gusta muchísimo eso.

—¿Son más fáciles los disfraces?

—Sí. Al fin y al cabo, si llevan un buen corte, siempre sientan bien.

—Ahora hay tanta oferta...

—No me parece mal. No quita que le saca belleza a lo que es el disfraz en sí. A veces, el motivo o la idea son bonitos, pero miras el disfraz y te da tristeza verlo tan mal confeccionado. Eso es lo que más me molesta, que el comprado sienta a veces tan mal... Pero oiga, cada uno elige.

—¿Sale más barato?

—Si vas a comprar dos o tres, sí; pero si tienes que hacer cantidad, como es nuestro caso, no.

—¿De qué depende el éxito?

—De la idea y de la tela. Cuando encuentras la tela para el disfraz, ya sabes si tienes algo bueno.

—También es su talón de Aquiles.

—Es que como no llegue a tiempo el tejido, es un problema. No me estreso, pero llamamos una y otra vez a la tienda a ver si ya llegó.

—¿Quedarse corta con el tejido es su mayor pesadilla?

—Es el miedo que siempre tienes. Pero se cogen unos metros de más y ya.

—¿Quién le enseño el oficio?

—A mí no me lo enseñó nadie, soy autodidacta. El oficio lo aprendí yo sola día a día. Empecé a trabajar hace 25 años sin saber costura. Cosía a máquina, pero lo que es corte no sabía, aunque con el tiempo vas aprendiendo.

—¿No es muy solitario?

—Tiene que gustarte, porque si no, no disfrutas de la costura.

—¿Se pone algo cuando cose?

—¡La radio! Me despierto a las siete y media de la mañana y lo primero que hago es poner la radio. No sé levantarme sin radio.

El tiempo entre disfraces: A Geli Fernández le encanta el entroido y dice que disfruta mucho cosiendo para su comparsa, Tarde, Mal y Arrastro, con la que lleva muchos años colaborando.

«Lo que hago es un cálculo: me quedan tantos, pues a tantos por día, y de ahí no bajo»

Angela Fernández (A Coruña, 1957) forma parte de ese regimiento de personas que están detrás de cada disfraz para que luego todos los demás disfrutemos del entroido. Costureras como ella, o artesanas como Tina Romero (autora de los cabezudos de Os Maracos) son la cara menos visible y más sacrificada del carnaval.

—¿Usted se disfraza?

—Hace mucho tiempo que no me disfrazo. Me gusta ver a la gente disfrazada, pero yo ya no.

—¿Cómo se lleva eso de estar detrás? ¿Es duro comerse todo el trabajo para que luego los demás disfruten?

—No, no, para mí es una ilusión. Yo estoy deseando que llegue el sábado y verlos desfilar.

—¿Suele bajar a verlos?

—Sí, sí, voy a verlos.

—¿Y si cae el premio?

—Pues estoy ahí igual, es que soy una más de la comparsa.

—¿El disfraz más original?

—El de góspel me encantó. Cuando vi las telas, que eran espectaculares, les dije que tenían el 50 % del premio.

—¿Se estresa?

—Para nada. Lo que hago es un cálculo: me quedan tantos, pues a tantos por día, y de ahí no bajo.

—¿Cuántas horas le echa?

—Unas cuatro horitas.

—La vista, ¿bien?

—Me hice las gafas progresivas para no andar con el quita y pon.

—Imagínese que le pido un disfraz y voy tarde, mal y «arrastro». ¿En cuánto podría coser un disfraz, en tiempo récord?

—Todo depende del disfraz pero bueno, si hay que apretarse, se puede hacer en dos días.

—¿Le llegan muchos marrones de última hora de este tipo?

—Siempre viene alguien a última hora y le hago el favor como sea. Me rompo la cabeza pero nunca dejo colgado a nadie, eh.