María Jesús desfiló en carnavales para sobrellevar las dolencias que padece: «Me disfracé con dolor por culpa del cáncer, pero fui muy feliz»

A CORUÑA

Sus familiares y amigos la animaron a participar en el concurso de choqueiros, en el que ganó el tercer premio
05 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Con dos cánceres de mama a sus espaldas, varias hernias, tres operaciones quirúrgicas y una cuarta en camino, Chus Rivero (coruñesa del 74) subió con enorme dificultad y dolor al escenario del concurso de choqueiros en la calle de la Torre disfrazada del mismísimo demonio, y empezó a desfilar. Fue el pasado martes de carnaval. En realidad era un ángel, el más hermoso del cielo, llamado Lucifer, como bautizó su performance. Y este ser sobrenatural dio una lección de entereza a todos los presentes.
—Se puso el cáncer por montera, a pesar del dolor.
—Sí, sufrí, pero fui muy feliz. Disfrazarme este año ha sido la dosis de energía que necesitaba. La gente me sacaba fotos, los niños se divertían y fue como una terapia para mí. Estoy muy contenta de haber concursado.
—Y encima se llevó un premio [quedó tercera en la categoría individual].
—Ya, pero aunque no hubiera ganado nada. Solo el hecho de divertirme como me divertí ese día me sirvió para llegar a casa con otra sonrisa. Es un día más que he vivido como me gusta ser a mí, alegre y haciendo cosas. Me niego a encerrarme y a hundirme.

—¿Siempre ha sido tan activa?
—Sí. Yo era una persona muy activa y siempre he sido muy deportista. Fui campeona de España de yudo, campeona gallega unas ocho veces... En fin, también hice patinaje, soy motera, pintora y hago mogollón de cosas.
—Le iba en el carácter...
—Sí, no fumo, no bebo y siempre me he cuidado. Pero hace dos años me aparecieron unos bultitos en el pecho y, a partir de ahí, no he salido de médicos.
—¿Cómo se lo tomó?
—Mal. Imagínese... Una persona como yo, que se cuidaba y tal... Me llevé un palo. Lo voy llevando, pero tengo días.
—¿Sigue a tratamiento?
—Ahora estoy con radioterapia y quimioterapia, porque el cáncer se me reprodujo dos veces. Y estoy esperando para operarme una cuarta vez en abril, del pecho otra vez y de la espalda. Yo ya tenía problemas de lumbalgias y ahora se me produjeron unas hernias por el desgaste de la medicación. Ahí estoy.
—De ahí los dolores con los que se subió al escenario.
—Siempre me gustó mucho disfrazarme, pero estos dos años, y encima con la pandemia, me hundí bastante. Pero mi familia y mis amigos me animaron a disfrazarme y empecé a hacer el traje poco a poco.
—¿Lo confeccionó usted misma?
—Así es. Los zancos eran especiales y me los hizo mi marido para que yo pudiera aguantar de pie al tener el problema en la espalda. Me puso unos muelles y una plataforma y parecía que caminaba sobre las nubes. Pero me pasó factura igual, eh, que al día siguiente no pude salir de la cama. Las cosas como son.
—Acabó cansadísima, ya me imagino. Aunque haya días malos, usted mantiene la esperanza.
—No me quiero hundir. En casa iba a estar tirada en el sofá, dándole vueltas a la cabeza, y es una tontería. Lo que hay que hacer, pienso yo, es eso, mantenerse activa en lo posible. A mí, cosas como lo del disfraz me hacen ser feliz. La psicóloga me dijo que lo que pueda hacer hoy no lo deje para mañana. Dentro de mis posibilidades, claro, porque fui a la piscina y me di cuenta de que no podía bracear.
—¿Es duro darse cuenta de eso?
—Muy duro. ¿Usted sabe lo que es intentar sujetar una puñetera pota y no poder [se emociona]? Es que no tengo masa muscular y estoy un poco limitada. Por eso le digo que me disfracé con dolor, pero no me arrepiento en absoluto... ¡Fui tan feliz! Mañana no sé si estaré o no, pero hoy estoy. Y hoy, si puedo, lo voy a hacer. El 50 % son los médicos, pero el otro 50 % lo pone la persona.
—¿Qué pronóstico le dan?
—No quiero saberlo. Llevo una semana y media de descanso de la radioterapia para poder operarme. Y no pregunto ni cuántas sesiones me quedan ni cuántas no me quedan. ¿De qué vale estar llorando todo el día durante los cinco años que puede durar una enfermedad? Si al final te curas, has perdido cinco años de ser feliz.
«La psicóloga me recomendó que hiciera cosas y hago cuadros que subo a Instagram»
«Que el cáncer no te pare. Pasado el duelo inicial, mantente activo». Es el mensaje que quiere trasladar Chus Rivero.
—¿Usted tuvo apoyo emocional?
—Sí, cuando me diagnosticaron cáncer, me pusieron una psicóloga. Ella me recomendó que hiciera cosas: que pintase, cosiese, calcetase o lo que me gustase.
—Y se le dio por pintar.
—Hago cuadros [nos muestra su Instagram, @xena_motos, donde comparte su parte creativa] y procuro estar entretenida, porque si no, la cabeza no para.
—¿Echa de menos la moto?
—Sí, porque yo tenía una moto grande y la tuve que vender. Con el pecho así, me pesaba demasiado como para ir en ella. He sido motera toda mi vida.
—Es una actitud de por vida.
—Me cogí una de mucha menos cilindrada, para que me sea más ligera y, aun así, me la tienen que girar cuando está parada. Hago trayectos muy cortitos, pero solo eso ya me oxigena y me libera, como ir a la Papanoelada Motera, que fui vestida de Grinch.
—¿Cansa el tratamiento?
—Mucho. Hay días que no puedo conmigo, y mire que soy fuerte.
—¿Cómo lo lleva?
—Lo voy llevando, pero me fastidia más no poder hacer todas las cosas que hacía antes. Yo era una persona superactiva, cortaba el césped, hacía esto, lo otro... El otro día quise cortar un rosal y ya no pude. Como me salga un poco de la rutina diaria, recuerdo lo que tengo.
—Pero se mantiene fuerte.
—Me mandan caminar y lo que hago es caminar en cinta, porque los baches de la calle me lastiman. Tengo que andar con cuidado porque luego me vengo arriba como en carnaval; toda emocionada con el subidón de adrenalina, y cuando me bajé de los zancos estaba hecha polvo.