Lola, la conejita que consiguió que los niños del Rías Altas entrasen en clase

Caterina Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los niños del Rías Altas, con su profesora Chus y la conejita Lola
Los niños del Rías Altas, con su profesora Chus y la conejita Lola MIGUEL MIRAMONTES

Chus Sánchez, profesora de quinto de Infantil, propuso introducir al animal: «Mejoró sus habilidades sociales»

26 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En la clase de quinto de infantil del colegio Rías Altas de A Coruña son 18 niños y un conejo. «Tenemos a Lola desde principio de curso», explica Chus Sánchez López, tutora del aula con infantes de entre 4 y 5 años. «Iniciamos una reunión y propusimos a los padres el tener una mascota en el aula, ya que es muy beneficioso para los pequeños».

La profesora, que lleva 17 años ejerciendo en el centro ubicado en A Zapateira, destaca que el proyecto es «inclusivo». «El objetivo es que beneficie a todos los niños, aunque después también ayude a potenciar determinados aspectos de cada uno, puesto que ofrecemos una atención personalizada en función de las características de cada alumno». Así, la llegada de Lola ayudó especialmente a dos pequeños con trastorno del espectro autista. «En su caso, sirvió para facilitar el acceso al aula, que era complicado. Les costaba mucho entrar en clase y, desde la llegada de Lola, lo hacen sin problema. Además, ella es muy participativa, se pone de pie en su jaula y todos acuden a darle los buenos días. Es un ritual de inicio de jornada motivador», apunta Chus, que ya había trabajado con anterioridad con animales. «Como ya tenía experiencia lo propuse al centro, a la orientadora, Ester Martínez, le pareció bien y se lo trasladamos a los padres, ya que necesitamos su colaboración».

Porque Lola se va a la casa de los niños los festivos y fines de semana. «Cuando acabe el curso, se la turnarán 15 días. Lo deciden los padres, ya que depende de su disponibilidad. Esto ayuda mucho también porque refuerza la relación casa-cole, nosotros somos una extensión de las familias y tenemos que remar en la misma dirección». Por supuesto, los niños disfrutan mucho el poder llevarse a la conejita a sus hogares. «Yo tengo un perrito pequeño, Adam, y se llevan bien, juegan juntos», comentó una pequeña.

Además de motivarlos para acudir a la escuela, Lola sirve para mejorar sus habilidad sociales y emocionales. «Los niños tienen que colaborar entre ellos, ya que entre todos se encargan de darle la comida, de que tenga agua, juguetes para morder... Entonces, están obligados a relacionarse entre todos. Además, les gusta, y también se sensibilizan con el respeto a los animales. Creo que esto servirá para evitar el maltrato animal y el abandono en el futuro. Cuando son tan pequeños son esponjas que absorben todo y es un buen momento para inculcarles esto. Ese es uno de los beneficios transversales de la medida», apunta Chus, que añade que para los pequeños con problemas de comunicación la iniciativa tuvo un impacto positivo. «Muchos no pronuncian determinados fonemas por lo que les cuesta comunicarse y gracias a esto, rompen esa barrera y se expresan con los demás».

Periquitos y gusanos de seda

La elección del animal no fue al azar, puesto que Chus destaca que tenía que ser «dócil» para poder soltarlo en el aula. «Tiene su jaula, espaciosa, pero la soltamos mientras nosotros hacemos nuestras tareas». Además, su pelaje, «muy suave», sirve para «relajar a los pequeños si están nerviosos y también a los adultos», bromea Chus. De hecho, los niños apuntan que peinar a Lola es una de sus actividades favoritas. «También darle de comer zanahorias», dice Valentina, mientras que Cayetana apunta que le encanta «jugar con ella».

Lola no es el único animal del aula, ya que también hay dos pájaros Blue y Menta. «Son dos periquitos, que los niños observan y les resulta beneficioso ya que ven como discuten, se reconcilian, de forma que aprenden cómo son las relaciones personales». Además, en la clase tienen gusanos de seda.

El próximo curso, los pequeños continuarán con su formación en sexto de infantil y deberán dejar a la coneja con los de quinto. «Vendrán a visitarla, igual que hacen ahora los de otros cursos porque Lola es una atracción». Su nombre fue elegido entre los niños. «Había tres finalistas y votamos», explica Chus, mientras los menores recrean a Lolecha, como la llaman cariñosamente, con plastilina. «Unos padres vieron que funcionaba bien lo de tener un animal que han incorporado un hámster a su casa», dice.