Clara Domenech: «Hemos operado a casi 400 niños en África con diferentes malformaciones»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

«El primer año lloré todos los días», confiesa la cirujana desde el hospital materno de sus viajes solidarios a Benín

12 nov 2023 . Actualizado a las 18:17 h.

La doctora Clara Domenech Bendaña (Pamplona, 1993) nunca ha tenido vacaciones. Desde hace años dedica su período de descanso a operar a cientos de niños africanos que, gracias a ella, vuelven a caminar y a sonreír. Nos lo cuenta en su consulta del hospital materno de A Coruña, adonde llegó tras elegir el Chuac para acabar su formación como traumatóloga. De padre valenciano y madre gallega, «quería volver a Galicia porque me encanta, he vivido media vida aquí, y de aquí es también mi familia».

—¿Cuándo fue a África por primera vez?

—En sexto de carrera. Unas oenegés me ofrecieron ir de ayudante y traductora, porque yo hablo francés. Y me enganché totalmente. El siguiente año fui como médica y ahora ya voy como cirujana.

—¿En qué países ha operado?

—Al que vamos siempre es Benín, al lado de Nigeria, y uno de los países más pobres de África. Allí he ido seis veces en seis años. También he estado operando en Bolivia, Birmania, Bangladés, Kenia y Tanzania.

—A donde más ha ido es Benín.

—Sí, porque allí está sor Julia, que es una monja de Ourense en cuyo pequeño hospital hacen de todo. Ella opera desde una mastectomía hasta una amputación. La conocí el primer año y decidí volver siempre. Cuando terminé el mir me fui dos meses con ella, y ya con la oenegé Les Enfants du Noma.

—Sor Julia la inspiró.

—Es la mujer más increíble que he conocido en mi vida.

—¿Qué patologías ve con más frecuencia en estas misiones?

—Lo que más vemos son deformidades congénitas en niños, sobre todo pies zambos (que se meten para dentro). Curiosamente, allí no hay luxación de cadera; se debe a que en África los niños van a la espalda, al porteo.

—Y hay más contrastes.

—Sí, la luxación congénita de rodilla. Aquí también nacen niños que doblan la rodilla del revés, pero se les detecta enseguida, se trata con arneses o yesos y se corrige. Allí no se tratan y los niños empiezan a caminar del revés.

—¿Qué hace su equipo?

—Unas operaciones bastante grande para alargar el tendón del cuádriceps, cortar el fémur y darle la vuelta a la rodilla. Muchos acaban mejorando y algunos, incluso, caminando rectos.

—Increíble.

—Sí, porque es algo que aquí en España se podría corregir con unos arneses, y allí, como ni se trata ni se corrige, aprenden a caminar doblando la rodilla del revés. Llevamos cerca de veinte niños operados en Benín con esa patología [abre los vídeos del móvil]. Mire, esta es Leoncia antes de operarse, y esta, al año siguiente. Está muy contenta. El padre se puso a llorar de emoción tras la operación.

—¿No es muy duro?

—Sí. El primer año lloraba todos los días. Es duro, pero lo mejor de ir a África es volver al año siguiente y ver los resultados, cómo están los niños, cómo han mejorado y les cambia la vida.

—¿Cuántos días está allí?

—Normalmente vamos 15 días y estamos 10 enteros operando diferentes malformaciones. Los niños, cuando nos ven llegar, ya saben que somos los que vamos «a arreglarles las piernas». Para mí, ir a África es lo mejor que me pasa cada año.

—¿Cómo se organizan?

—Tenemos muy poco material, por lo que la planificación preoperatoria resulta compleja. El día que llegamos vemos a más de cien pacientes que nos preselecciona sor Julia durante el año y estudiamos qué cirugías podemos hacer. Las complejas, primero.

—¿A cuántos niños de África les ha cambiado usted la vida?

—Cada año operamos entre 60 o 70 casos y ya he ido seis veces, así que calcule. Unos 400.

«En A Coruña lo que más atiendo son fracturas de codo por caídas en los hinchables»

La traumatóloga Clara Domenech Bendaña prepara un curso sobre el tratamiento del pie zambo, que impartirá dentro de unos días en el Teresa Herrera.

—¿Qué diferencias hay entre las patologías que atiende en el materno y las que ve en África?

—Lo que aquí se corrige con un método sencillo, allí puede ser una persona que acaba caminando del revés.

—¿Qué atiende en A Coruña?

—Fracturas de codo. Muchas por caídas en los hinchables, tengo que decirlo, y deformidades congénitas de miembros inferiores, como displasia de cadera o pie zambo. Uno de cada mil recién nacidos tiene pie zambo.

—¿Y cómo se trata?

—Es una de las patologías que más simboliza la diferencia entre el tercer y el primer mundo. Son niños que nacen con los pies hacia dentro, pero aquí, con un tratamiento simple de yesos seriados y una pequeña cirugía, consiguen tener unos pies normales. Vamos colocando yesos, uno a la semana, y lo corregimos hasta enderezarlo del todo.

—Sin embargo, en África...

—En África muchos niños no acceden a ese tratamiento tan sencillo y acaban con deformidades muy graves. Nadie se imagina lo que existe allí. Ves cosas que no creerías. Gente que camina con los pies del revés o con las rodillas giradas, por ejemplo. Es ahí cuando te das cuenta de la diferencia de nacer en el primer mundo o no. Y, a mayores, los niños gallegos tienen la suerte de contar con este hospital.

—Cuya unidad de traumatología infantil es referente en España.

—Sí, aquí vienen casos de toda Galicia y muchos casos de fuera. Con el doctor González Herranz al frente, somos referencia en alargamientos óseos.