El carnaval de Juan Ríos

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Mil euros es, para el Estado, el precio tasado del alma rota, una compasión que le hacer hervir la sangre que le queda en las venas, la poca que no derramó en sus escaramuzas saharianas

17 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Que la vida es un carnaval se lo pueden preguntar al coruñés Juan Ríos Campos, veterano legionario (89 años) de la guerra del Sáhara y con un historión a la espalda que daría para escribir una trilogía.

Lo de que las penas se van cantando... eso ya es otro tema. Juan lleva desde 1958 entonando su letanía: una pierna truncada por las balas, el cuerpo abrasado por el desierto... Pero lo que de verdad sigue lisiado es el recuerdo: el siroco que desenterraba cadáveres de la arena en los territorios del Ifni, la gasolina ardiendo sobre los muertos para evitar que se propagasen enfermedades, la vulnerabilidad de mujeres y niños cuando los derechos humanos eran la mueca forzada de una careta de dos euros...

Juan Ríos tarareó su balada triste durante 65 años. En vano. Nadie la quiso escuchar. ¿Qué es lo que pedía? Pues poca cosa; se lo contó esta semana al periodista Alberto Mahía en las páginas de La Voz de Galicia: reconocimiento y algo que dignificase su entrega al país y las secuelas de aquellos meses de confrontación armada con Marruecos.

Pasaron 65 años de silencio y ostracismo hasta que en el 2023 alguien se detuvo a escuchar su comparsa y dictó sentencia: una propina de mil euros en un pago único por los servicios prestados, lo que la fría nota ministerial define como «donativo por caridad».

Mil euros es, para el Estado, el precio tasado del alma rota, una compasión que a Juan Ríos le hacer hervir la sangre que le queda en las venas, la poca que no derramó en sus escaramuzas saharianas. Se entiende su malestar. No era eso lo que reclamaba para él y para quienes contendieron a su lado en aquella mascarada africana. Su dignidad no cotiza en bolsa.