Julio Sacristán, exalcalde de Culleredo: «El PSOE ha perdido fuerza, está más en las instituciones que en la calle»

D. Vázquez CULLEREDO / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Defiende el trato directo con el ciudadano y ve necesario más trabajo

09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La convalecencia por cáncer de Julio Sacristán (Cogeces del Monte, 1953) y de su amigo periodista Francisco Gutiérrez fue el germen de Culleredo, mi pasión, una biografía del que fue regidor socialista de ese municipio desde 1983 hasta el 2017, una obra que se presentará el próximo día 18 en Servizos Múltiples de O Burgo. Con buen aspecto y con el mismo ánimo conversador que tuvo siempre, Sacristán es capaz de otear el horizonte, hacer crítica interna y señalar lo que considera que debería ser el camino a seguir.

—Adujo problemas personales en su marcha, ¿ya sabía que tenía cáncer?

—Fue por cuestiones familiares porque dediqué muchos años  al Ayuntamiento y pocos a mi familia. Mi hijo me echaba en cara que nunca estaba en casa y mi mujer igual. Llevaban razón, dedicaba todo el tiempo del mundo al Concello. El cáncer me lo detectaron hace tres años, bajé 25 kilos tras someterme a quimio y a radio. El tratamiento me ha ido bien.

—¿Había cansancio después de 34 años en la alcaldía?

—No. Era consciente de que eran muchos años, de que me hacía mayor y necesita un relevo. Surgió la oportunidad y fue cuando decidí marcharme.

—¿Se arrepintió de la decisión?

—Me arrepiento de no haber aguando un año más y aprobar el plan general, que era muy necesario y estaban los trámites todos hechos, solo había que modificar cuatro o cinco cosas que había mandado la Xunta.

—¿Qué destacaría de su legado? —Dotar de una figura administrativa al Concello y conseguir una serie de equipamientos en todas las parroquias del municipio. También haber logrado cosas a las que a veces no damos valor, como el saneamiento y el abastecimiento, que llegó prácticamente al 90 % de la población. Era uno de los objetivos que perseguía.

—Más allá de los presupuestos y el plan, ¿qué queda?

—Recuperar los ríos. Había un proyecto de deslinde de los ríos que la Xunta nunca hizo. Hicimos un paseo por el Mero hasta Almeiras y el polígono, y sería necesario prolongarlo hasta Tarrío. Y habría que llegar hasta Celas, porque hay dos molinos.

—¿Cómo vio el proyecto fallido del Cetim para la Cros?

—Me pareció fatal. Ya perdimos una oportunidad cuando era ministro José Blanco (PSOE). Teníamos 8,5 millones, pero nos traicionó y nos lo quitó, después de hacernos invertir 3 millones para descontaminar y proteger la estructura. Esos 8,5 millones se habían conseguido en la época de Álvarez Cascos (PP). Se llegaron a consignar, pero vino Blanco y después de mentirme varias veces, repartió el dinero y a Culleredo le tocó 0, pese al compromiso que había asumido de que si se ampliaba el aeropuerto íbamos a tener un trato especial. En cambio, Borrell, encantador, un ministro 1.000 %. Cuando inauguramos la tercera fase del paseo vino conmigo para ver dónde queríamos el enlace de la autovía, para que no ocurriera como con la AP-9, que Culleredo quedó sin salida. Al día siguiente estaban ya los ingenieros. También firmó un convenio con A Coruña para enlazar el paseo, pero Francisco Vázquez lo incumplió y lo hizo por San Pedro.

—¿Qué tal fueron sus relaciones con Vázquez?

—Hubo momentos en que fueron buenas y otros que no. Yo era de los críticos y él era oficialista, ahora es al revés [risas]. Yo apoyé cuando fue lo de la depuradora, lo de Bens, constituimos el Consorcio solo para eso, pero fueron cosas que no se valoraron, se miraba el ombligo de la ciudad y poco el del entorno. De hecho, se intentó boicotear el Centro Logístico de Transportes, porque querían el de Vío.

—¿Cómo ve que se haya debilitado ese cinturón socialista que rodeaba A Coruña?

—Ha perdido un poco de fuerza el partido. Creo que hace falta un esfuerzo más importante, se abandonó un poco el trato con la gente. Se está más en las instituciones y menos en la calle. Echo de menos los actos que se hacían antes explicando las cosas.

—¿En Culleredo?

—En Culleredo y en la comarca. No hay una política comarcal en este momento. Hace falta hablar más y trabajar más.

«No me gusta la política actual, de ataques personales»

Sacristán dejó los cargos, pero no se desligó de un partido que defiende a ultranza.

—¿Cómo era su relación con González Formoso?

—Valentín es presidente de la Diputación porque yo no quise serlo. Me aparté. Como secretario provincial lo podía haber sido perfectamente, tenía mayoría absoluta en el Concello, treinta años en el gobierno y con más méritos que yo había pocos, aunque no esté bien jactarme. El único rival que tenía Valentín era el alcalde de Dumbría, José Manuel Pequeño. Yo lo convencí para que no presentara batalla. Creíamos que lo iba a hacer bien, como de hecho está haciendo. Confiaba mucho en él, la verdad. Igual que en Pequeño, pero le dije que los dos estábamos ya de retirada y había que mirar más allá.

—¿Cómo vio la retirada «in extremis» de Formoso como candidato a la Xunta?

—Fue una decisión acertada y creo que Besteiro se merecía un reconocimiento público porque lo pasó muy mal.

—Los resultados fueron malos.

—Reitero que falta contacto con la gente. La dinámica que tenían el partido y las agrupaciones se perdió bastante y creo que hay que volver a la calle y a las reuniones que teníamos con los sectores, con las asociaciones y los vecinos, porque esa era la razón de ser del PSOE.

—¿Cómo ve lo de Madrid?

—No me gusta cómo se está llevando la política actualmente, se va a los asuntos personales, en vez de a los generales. No me extraña que la población se canse un poco de los políticos. Con algunos partidos me quedo anonadado, quieren gobernar España, pero no tienen programa, todos son ataques personales. Nunca me había pasado, pero ahora a veces apago la televisión con algunos informativos porque son desinformativos. No quiero perder la ilusión que tenía por la política y creo que tenemos que hacer un esfuerzo muy importante. Con insultos no se consigue nada. En mi etapa, nunca insulté a nadie, siempre fue un trato razonable, discutes de política, pero no lo llevas a lo personal. Me gusta dialogar, hablar, y si hacen falta cinco reuniones, se hacen. Lo que no puede ser es esta degradación absoluta de la política.