Carmen Mateo: «Gané el europeo de snipe después de ser madre y adelgazar 20 kilos»
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A CORUÑA

La regatista se alzó con la victoria junto al campeón del mundo, Damián Borrás, en Portugal
16 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Con casi 39 años y tras ser madre de su segundo hijo, la regatista Carmen Mateo Suárez-Pumariega (A Coruña, 1985) ha hecho realidad su sueño de obtener un título internacional en el deporte que tanto le apasiona, la vela. Y lo ha logrado junto al campeón del mundo máster, Damián Borrás, en el campeonato europeo de la clase snipe, en la categoría mixta, en Tavira, en el Algarve portugués el pasado 2 de junio. «Se puso en contacto conmigo en el mes de marzo y me propuso ir al europeo. Ha sido genial que en tan poco tiempo nos sincronizáramos tan bien», comenta.
—¡Enhorabuena, Carmen!
—¡Muchas gracias! Estoy feliz. Me ha hecho mucha ilusión. Llevo muchos años siendo ‘Carmencita’, la niña que ha estado ahí siempre, y ver la ilusión que les ha hecho que yo ganara a chicos con los que he navegado ha sido muy especial. Estoy orgullosa.
—¿Cómo se preparó para la competición?
—Como Damián es muy bueno y yo no tengo su palmarés, me empeñé en hacer una regata previa con él. Me fui a Menorca hace tres semanas a navegar y probarnos. Pero justo nos coincidió muy poco viento. Somos una tripulación fuerte, así que estuvimos muy incómodos, aunque nos fue bastante bien. Damián tiene una forma de navegar genial. No se rinde, todo el rato va retrimando el barco. No me dejó descansar un minuto. Va peleando cada nudo y cada segundo.
—Les sirvió como experiencia.
—Sí, lo del poco viento en Menorca era lo peor que nos podía pasar en Tavira. Y justo llegó el día del campeonato europeo ¡y cero viento [ríe]! Éramos la tripulación más pesada por ser los más fuertes, así que fue complicado e íbamos muy desfavorecidos, pero lo teníamos controlado por el entrenamiento previo.
—¿Iban muy al límite?
—Casi en simbiosis, para que ningún balanceo descompensase el barco. Nos teníamos que sentar a la vez y movernos exactamente igual para que no se parase.
—Era todo estrategia.
—Eso es. Procurando no perder ninguna rachita de viento ni ninguna ola. Se trataba de no perder nada de velocidad, porque es un barco tan lento que cuesta mucho arrancarlo.
—¿Qué fue lo peor?
—Tuvimos muchos problemas con las algas. Íbamos constantemente controlando que no tuviéramos algas, porque se nota mucho el frenazo.
—Rendirse era la última opción.
—Nunca perdimos la esperanza.
La primera prueba la ganamos en la última maniobra.
—¿Eran los favoritos?
—Cuando vas con alguien tan bueno, hay competiciones que sales primero y llegas primero. En este caso no fue así y, al final, es mucho más satisfactorio, porque había mucho nivel entre las tripulaciones, 55 barcos, 8 países...
—¿Y ahora qué?
—Mi vena competitiva quiere más. Le digo todos los días a Damián que a ver cuándo repetimos.
—¿De qué está más orgullosa?
—Sobre todo, de lo bien que ha respondido mi cuerpo. Soy la versión ‘low cost’ de Ana Peleteiro [risas]. Ella tiene una cesárea, yo tengo dos. Ella me gana en palmarés pero bueno, yo estoy muy orgullosa.
—¿Hace cuánto fue madre?
—Pues mi hijo pequeño tiene solo dos años.
—¿Cómo fue su readaptación a los entrenos tras la pausa de la maternidad?
—Poco a poco. He estado entrenando cinco días a la semana, dos días de natación y tres de gimnasio. Yo necesitaba seguir estando fuerte pero bajar de peso para tener estos 140 kilos en el barco y adelgacé 20. Recuperé bastante bien la forma física, pero sin el apoyo de mi marido habría sido imposible. Yo acostaba al pequeño, él al mayor y me iba a entrenar. Luego volvía y terminaba cosas del trabajo [Carmen es visitadora médica], de la casa...
«Seguimos siendo muy pocas mujeres. Cuesta encontrar patronas de barco»
En la actualidad, Carmen Mateo pertenece al Club Náutico Cabanas, pero sus comienzos fueron en A Coruña.
—¿Cuándo empieza su afición por la vela?
—En mi caso, a los 14 años. Un poco tarde en realidad, porque practicaba muchos deportes, pero fui a un campamento de vela y me gustó muchísimo navegar, el ambiente... Enseguida entré en el Real Club Náutico de A Coruña y allí encontré una familia. A día de hoy, al que fue mi entrenador lo considero mi hermano.
—¿Cómo se lanzó a competir?
—La idea era ir a navegar sin más, pero soy muy competitiva, fui conociendo gente y entré en el snipe. Es bastante duro y hay pocas mujeres, aunque cada día somos más.
—Siguen siendo una minoría.
—En la Copa de España éramos 70 barcos y, entre 140 personas, solo había 10 chicas. Seguimos siendo muy pocas. Cuesta encontrar patronas, porque este tipo de barco tiene que llevar un peso cercano a los 140 kilos, que entre dos chicas es más difícil de conseguir. Se empiezan a estilar entre los grandes campeones las tripulaciones mixtas porque, si encuentras una regatista fuerte, en realidad pesa menos y puede realizar la misma función.
—Así que está muy solicitada.
—Ahora mismo, sí, soy de las fuertes de la flota. En cuanto aparece una un poco alta o fuerte como yo, empieza a estar muy solicitada. Eso es lo que me pasó a mí. En el año 2013, cuando Tamara, Sofía y Ángela acababan de ganar el oro, intenté aspirar al sueño olímpico, pero fue complicado. Estuve con ellas preparando alguna prueba, la campaña olímpica se quedó ahí y seguí navegando un poquito por hobby. Luego tuve a mis dos hijos, después del segundo me sentí fuerte y me puse a navegar otra vez un poco más en serio.