Cándido Barral: «Aprovecho la jubilación para seguir en activo, el periodismo no tiene cura»

Fernando Molezún A CORUÑA

A CORUÑA

ANGEL MANSO

La muerte de Franco es de punto de partida de «El disparo», su nuevo libro

23 sep 2024 . Actualizado a las 11:19 h.

Cándido Barral (Vilanova, 1942) es de esos que no ha entendido bien lo de la jubilación. O quizá lo haya entendido mejor que nadie. El caso es que, a sus 82 años, este veterano periodista está más activo que nunca, estudiando italiano y publicando libros como si se escribieran solos. El último, El disparo (Medulia), lo presenta este viernes a las 19.30 horas en el salón de actos de la ONCE, donde el autor estará acompañado por el editor Xulio Valcárcel, el periodista Leo Toral «y, como en todas mis presentaciones, cantará Xoán Rubia», aclara Barral, que asegura que no sabía que había un libro de Pushkin con el mismo título: «De haberlo sabido me habría dado cierto pudor titular así». Una oportunidad perfecta para hablar un poco de todo con un hombre de ideas claras y firmes convicciones del que siempre se aprende algo.

—¿De qué trata esta novela?

—Narra una jornada de caza el día en que murió Franco. Pero Franco no es más que el hilo conductor, no es el protagonista aunque su muerte está presente en ese día en que me fui de caza por Camariñas. Me apetecía abordar el tema de los cazadores, porque es una figura muy maltratada. Se habla de la caza sin conocimiento, cuando es un elemento nivelador de la naturaleza muy positivo.

—Habla en primera persona. ¿Es autobiográfica?

—Sí, tiene su punto autobiográfico, aunque está todo novelado. Pero el punto de arranque es totalmente veraz. En Galicia la caza no es como en Castilla, no es un ojeo o una montería. Tú vas andando por el monte y te haces treinta kilómetros, lo que da para encontrarse con mucha gente. Y el tema de conversación ese día estaba claro. Me encontré con pareceres para todos los gustos, desde aquellos que decían que Franco nunca les hizo mal, o que al menos con él estábamos tranquilos, hasta el que me dijo que ya era hora de que fuese muriendo. Son dos visiones distintas de la sociedad española de aquel momento, porque entonces ya había mucha gente que no sabía quién era realmente Franco, cosa que sigue sucediendo.

—¿A qué se refiere con que no se sabe quién era Franco?

—A que muchos no lo quieren saber. Si se supiera, no existiría el franquismo, que sigue existiendo. Además, en el libro hay reflexiones mías, que le voy contando a mi perra, pero también hablo del naufragio del Serpent, del contrabando de wolframio de los años 40, y hasta salen Blas de Otero y San Juan de la Cruz.

—Del wolframio a San Juan de la Cruz. ¿Cómo se abarca semejante espectro temático en 160 páginas?

—¡Es que están muy bien aprovechadas! Además, San Juan de la Cruz tiene entrada en cualquier sitio, hasta desde una visión atea, porque era un tipo sensacional.

—¿Recuerda cómo se enteró de la muerte de Franco?

—Estaba en casa, preparándome para esa jornada de caza y escuché por la radio a Arias Navarro diciendo entre sollozos aquello de «Españoles, Franco ha muerto». Estaba afeitándome, dejé la brocha sobre la repisa de cristal y empecé a girar sobre mi mismo y a cantar «Se va el caimán, se va el caimán...». Tal cual.

—Dice que sigue existiendo el franquismo.

—Es que parece que no murió, que simplemente lo enterraron mal. En el Parlamento hay un nutrido grupo de parlamentarios abiertamente franquistas, y unos cuantos más, sin identificar, cuya praxis política se identifica plenamente con el franquismo. Pero todo obedece a ese brote mundial de derechización capitaneada por Trump y otros dirigentes europeos, que arrasa también en la política española. Porque en España nunca tenemos problemas propios, suelen ser importados.

—Tiene una actividad literaria frenética. Su anterior libro, Groviland, lo presentó hace poco más de un año.

—Cuando llevas toda la vida escribiendo a diario para un medio de comunicación, no es fácil dejarlo. Esto no es navegar y de golpe amarrarte en el muelle. El instinto de periodista me lleva a escribir. Así que aprovecho la jubilación para seguir en activo, porque del periodismo no te retiras, es algo que no tiene cura.

«Mi paso por la política local como concejal fue una experiencia agridulce»

Aparte de su dilatada carrera periodística, Cándido Barral fue concejal con Francisco Vázquez y presidente del Ateneo Republicano, donde sigue impartiendo magisterio.

—Los de la república es un debate que no termina de producirse.

—La República fue el único intento serio del siglo XX de convertir España en un estado moderno. Pero hay mucha gente a la que le asusta la palabra. No se dan cuenta de que nuestros vecinos inmediatos son dos repúblicas, Francia y Portugal. Aquí el miedo que fueron dejando las dinastías reales ha dejado una huella intelectual indeleble. Es muy importante remover el concepto. Habría que constituir un partido republicano que se presentara a las elecciones, que hiciera pedagogía, que explicara cómo funciona una república y las ventajas que tiene frente a un sistema obsoleto como la monarquía.

—Se supone que ya hay partidos republicanos.

—Se supone, exacto. Es una vergüenza y una tragedia que el PSOE haya olvidado su ADN republicano. Pero me temo que que los actuales militantes del partido no tienen esa carga genética y política, no se sienten republicanos. El socialismo ha dejado de ser una ideología que marcaba los límites de la conciencia ciudadana para volverse conservadora. Es más cómodo no hablar del tema. De hecho, en un mitin de Pedro Sánchez en A Coruña no me dejaron pasar con la bandera republicana.

—¿Se ve de nuevo formando parte del gobierno municipal?

—¡Buf, aparta de mí ese cáliz! Mi paso por la política local fue una experiencia agridulce. Inés Rey lo está haciendo muy bien en temas de gestión, pero parece que ya no caben planteamientos ideológicos en lo municipal.