Los abonados y los trabajadores de la Orquesta Sinfónica de Galicia exigen soluciones y transparencia

Carlos Portolés
C. Portolés A CORUÑA

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

El Circo de Artesáns acogió una mesa redonda a la que acudió el concejal de Cultura, Gonzalo Castro, para escuchar las demandas de los trabajadores y los socios de la institución

17 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los que vieron nacer y crecer a la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) tienen la cabeza llena de recuerdos. Una institución que aterrizó en A Coruña y, en poco tiempo, consiguió acercar a cientos de niños y adultos a los mundos de la partitura. Al arte y a la creación.

Ahora corre peligro. Año a año, los fondos se vuelven cada vez más ajustados. Más insuficientes. Por eso, varios abonados preocupados se reunieron para tratar de buscar soluciones y pedir más transparencia en la gestión. Una de ellas es Beatriz López Suevos, profesora de música que, cada viernes, disfruta de los conciertos en el Palacio de la Ópera. Pero, como ella misma indica, «la OSG no puede ser solamente los conciertos del viernes». Tiene que ser mucho más. Un remanso accesible de enseñanza. «Ni siquiera tenemos sede. Se paga un alquiler enorme en el Palacio de la Ópera. Los músicos están muy en precario. Muchas veces no tienen a su disposición ni las instalaciones que necesitan para estudiar y ensayar», se lamenta. 

López Suevos aún recuerda con cierta nostalgia los días en los que la Sinfónica llegó a A Coruña. «Fue un avance de décadas. Un cambio brutal. Vimos cómo muchos jóvenes se acercaron por primera vez a la música gracias a ella. Algunos acabaron siendo profesionales», rememora. Ahora que los tiempos son inciertos, estos socios, que no se resignan a ver caer a la Orquesta, ofrecen soluciones. «Se necesita más dinero. Pero también más transparencia. Queremos saber a dónde va ese dinero». Idealmente, les gustaría percibir más subvenciones de la Xunta, el Concello y la Diputación. Pero creen que hay que pensar más allá. «Si se ve que no hay dinero suficiente, a lo mejor es el momento de intentar buscar patrocinadores privados», sugiere. 

Malas condiciones

Un discurso que suscriben los propios trabajadores. Caroline Bournaud, del comité de empresa, confirma que los músicos y los empleados «no se sienten escuchados por la gerencia». «Desde que, hace un año, tuvimos una reunión con el Ayuntamiento y le planteamos la lista de prioridades, no ha cambiado nada excepto las obras de las goteras. Las condiciones de trabajo son malas», explica.

Este miércoles por la tarde, en el Circo de Artesáns, tuvieron una nueva oportunidad de exponer frente a Gonzalo Castro, concejal de Cultura, las muchas carencias que exigen solución inmediata. Fue en una mesa redonda a la que tanto gobierno como oposición acudieron para escuchar las postergadas demandas de la Sinfónica. «No es nuestro lugar determinar si tiene que haber o no más subvenciones. Nosotros solo hablamos en nombre de los trabajadores que están dando el 200 % sin tener ni siquiera sillas adecuadas en las que sentarse. Todos nos dicen que están de acuerdo, pero nadie hace nada», remata Bournaud. Esperan ahora algo más que buenas palabras.