Mery Acevedo Fernández, estudiante y propietaria del bar La Bonita: «La mejor empleada que tengo es mi madre»
A CORUÑA
Esta emprendendora irradia tanta ilusión como pasión por su trabajo
08 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Su sonrisa es isotónica. Estás un rato con ella y te da alas. Dos minutos de charla con esta chica y no puedes parar de reír. Contagia buen rollo. «Soy asquerosamente positiva. Siempre me enfoco en el lado bueno. Soy optimista, tenaz... La gente me dice que le transmito alegría porque no paro de sonreír», reconoce María Jesús Acevedo Fernández, a la que le gusta que le llamen Mery. Su sonrisa tiene 24 años y estudia el ciclo superior de Educación Infantil, que compagina con su faceta de hostelera. A pesar de su juventud lleva casi dos años al frente de La Bonita en la calle Ramón de la Sagra ( A Coruña). «Es un bar o una cafetería, pero lo que quiero que sea es un lugar donde la gente se sienta como en casa», analiza mientras su madre atiende a algún cliente que entra a tomar un café de media tarde y también sigue con el rabillo del ojo y de la oreja nuestra conversación. «Siempre que la necesito, ella está ahí. Yo soy fuerte, pero cuando el bar empezó a crecer y a tener más gente la llamé para que viniese a echarme una mano porque tiene experiencia en hostelería, cosa que yo no. Estaba en Venezuela y voló 7.000 kilómetros sin pensárselo dos veces. La mejor empleada que tengo es mi madre y sé que nunca va a haber nadie mejor que ella», afirma con rotundidad mientras la progenitora sigue a lo suyo, aunque está claro que escuchó lo que decía su hija.
La galleta de cien gramos
Mery nació en la localidad venezolana de Barquisimeto. Por parte de madre, toda la familia es de Mera, Oleiros, y cuando era pequeña vino en varias ocasiones a conocer sus raíces. «Pero con 19 años recién cumplidos me vine con una maleta a A Coruña. Viví en un piso compartido y me enfrenté a la realidad de la vida, incluida la pandemia, que me tocó pasarla aquí. Con una mezcla de inocencia y optimismo fui saliendo adelante», resume. Me cuenta que incluyó en la oferta del bar una carta de galletas caseras al estilo Nueva York, y me traen una. Es tan rica como contundente. Cien gramos de galleta dulce y deliciosa. «Están gustando mucho. Mi madre es buena en los postres y en todo, pero ella dice que no cocina bien, por eso me encargo yo. Hice un curso intensivo de un año y me gusta. Es cocina de aquí con algún toque de allá», asegura.
Billar, futbolín y dardos
El local donde está su bar tiene una larga historia hostelera. En el currículo del bajo hay éxitos y fracasos. Mery apostó por dedicar la parte trasera del negocio al entretenimiento e instaló billar, futbolín y máquina de dardos. «Empezó como sala de juegos y se fue convirtiendo en lugar de celebración sin haberlo planificado. Está muy concurrido y la gente contrata el cáterin para fiestas de todo tipo», explica esta emprendedora. Le puso el nombre de La Bonita a su establecimiento por una canción de este título del cantante colombiano Andrés Cabas. «Siempre la escuchábamos en casa cuando era pequeña», explica.
Melendi y los conejos
Me cuenta, sin dejar de sonreír, que convive con dos conejos en su casa. Es tan optimista que ya se considera una gran deportista porque esta semana se puso a correr y en 31 minutos recorrió 4 kilómetros. «Estoy contenta, pero a ver cuánto me dura», reconoce. Le gusta todo tipo de música y en especial Melendi. Entre estudiar y trabajar tiene poco tiempo para estar con los amigos, que «son un apoyo enorme. Siempre están ahí». Una joven que tiene especial sintonía con la gente mayor que frecuenta su bar. «Me cuentan cómo eran las cosas antes y con su sabiduría contribuyen a aliviar mis agobios», reconoce Mery, que no deja de pensar en el futuro. «Veo el negocio creciendo poco a poco». Acabamos el café y no dejó de sonreír. «No soporto las faltas de respeto y de empatía. Me ponen seria las injusticias. Soy muy sensible para lo bueno y para lo malo», sentencia.
El pulso de la ciudad pablo.portabales@radiovoz.es