Montse Pérez García, escritora que sufrió radiculopatía: «Dejé de sentir el brazo para siempre y era mi cuerpo pidiéndome un cambio»

Loreto Silvoso
Loreto Silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Publica un libro para celebrar su «recuperación» gracias a Neuromotiva

15 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«El dolor no llegó a mi vida para derrotarme, sino para transformarme». Con esta contundencia explica Montse Pérez (A Coruña, 1977) la experiencia que le ha tocado vivir en los últimos años. Un día dejó de sentir el brazo, sus manos se paralizaron y una radiculopatía motora le dijo a su cuerpo que tenía que parar y aprender a sanarse. Lo consiguió tiempo después con la ayuda de Neuromotiva y su directora, Mar Sánchez. Ahora que ha vuelto a sentir sus manos y el dolor de su brazo requiere cada vez menos pastillas, ha decidido celebrarlo autopublicándose un libro con sus poemas, «El amor de ella» (Editorial Letra Minúscula).

—Montse, ¿por dónde empezamos a contar su historia?

—Hace tres años dejé de articular las manos. Tras un par de avisos previos, un día tuve que parar por el dolor. Soy administrativa en Prosegur y mi herramienta de trabajo es mi mano derecha. Estuve un año y medio de baja hasta que me pude volver a incorporar hace unos meses. Con este libro estoy cerrando un capítulo de mi vida.

—¿Cómo recuerda todo aquello?

—En el 2021, por estas fechas, caí de baja. Los dedos se me quedaban anclados, dormidos. Estaba mal. Después de muchas pruebas y médicos, supe que tengo una radiculopatía motora.

—¿Cómo se manifestó su caso?

—Cuando ya llevaba seis meses de baja, una noche, a las 6 de la mañana, se me durmió esta parte del brazo [señala el antebrazo] y nunca más la volví a sentir. Al principio, pensé en una mala postura pero pasaban las horas y seguía sin sentirlo.

—¿Le resultaba muy doloroso?

—Era un dolor interno, tan intenso las 24 horas del día... Como unos topetazos muy localizados. Probé de todo, masajes, spa... Pero el dolor iba a más. Era julio del 2022 y, a partir de ahí, lo dejé de sentir para siempre. A pesar del tratamiento, al ir el dolor en aumento, un buen día la reumatóloga me puso «Neuromotiva» en grande en un folio. Nunca me olvidaré. Aún tengo ese papel.

—Pediría cita enseguida.

—Qué va, lo puse en la puerta de la nevera y pasaron dos meses hasta que pedí que me atendieran. En la primera cita ya me sentí más escuchada que en todo ese año y medio. Mi dolor estaba siendo compartido por la persona que me estaba escuchando, que era la psicóloga y coach Mar Sánchez. Ella me enseñó a trabajar las emociones. Por fin, estaba atendiendo a mi cuerpo. Así encontré una forma de comprender y sanar mi historia, que he decidido contar publicando mis poemas en «El amor de ella».

—¿Qué sintió al tener su libro en las manos por primera vez?

—Estuve llorando toda la tarde cuando el lunes abrí la caja con mis primeros cien libros.

—¿Qué cuentan sus páginas?

—Reflejan ese montón de emociones que sentía cuando era niña, las inseguridades del no saber todavía quién eres ni hacia dónde vas, junto a las miles de preguntas que te haces con esa edad.

—Es mucho más que un libro de poemas de su «yo» adolescente.

—Cierto. Este libro para mí ha sido como la mejor medicina. Me di cuenta de que dentro de nosotros tenemos la solución a muchas de las cosas que nos pasan.

—¿Qué simboliza para usted?

—Es como si estuviera agarrando mi vida y la tuviera en mis manos.

—¿Qué lectura hace de todo lo que le ha pasado?

—Soy una persona inquieta, perfeccionista, muy habladora y tan emocional con todo que creo que me desgasto. Si hay una comida familiar, ya estoy yo haciendo tres bizcochos... Me consumo sola. Además, como mi marido trabajaba en Viveiro, me tocó ser un poco madre coraje, sobre todo con mi hijo, que es asmático y alérgico a varias cosas. Creo que mi cuerpo me dijo «¡Para!». Me estaba avisando de que tenía que pegarle un cambio a mi vida.

Publicar sus poemas le ha dado un sentido a sus manos doloridas

Para comprender la historia de Montse Pérez conviene leer las palabras de Mar Sánchez, directora de Neuromotiva, en el prólogo de su libro. «Conocí a Montse cuando llegó a Neuromotiva derivada por su reumatóloga, quien sospechaba [...] que algún tema emocional podía estar dándole la lata. Las manos le dolían desde hacía tiempo, se sentía limitada y triste a la vez. ‘‘Yo no soy así, yo siempre fui alegre. Quiero volver a ser yo''. [...] Acompañarla para que prestase atención a sus manos, sin miedo; que prestase atención a qué pensamientos automáticos tenía, a cómo vivió de niña, a lo que hacía en su día a día, fue clave para llegar a que fuese capaz de liberarse del dolor». Un día Montse Pérez llegó a la consulta con sus cuadernos de poemas de la niña romántica que fue. Mar le hizo pensar en cómo se sentiría si las compartiese y al final fue darle «un sentido para sus manos doloridas», explica la psicóloga. Dicho y hecho. El pasado viernes se presentó su libro, con gran éxito, en el colegio de sus hijos, el CEIP Juana de Vega, en San Pedro de Nós.

—¿Qué ha aprendido con Mar?

—A no ser esclava de mis pensamientos, a disfrutar de la vida y, sobre todo, a quererme.

—¿Cuándo empezó a escribir?

—Con 13 años. Este libro es sobre mi adolescencia. Va una poesía que me chifla y llevo diciendo toda mi vida [se pone a recitar]: «Sol que te escondes cuando yo te quiero ver / Amor que te busco y no te logro conocer / Oscuras noches que paso pensando cómo serás / Presiento que serás muy simpático y que conquistarme sabrás. / En una noche estrellada, yo te encontraré / y con tan solo una mirada, de ti me enamoraré / Cuando te tenga frente a mí, todo esto te leeré / Porque lo escribí pensando en ti un día que contigo soñé».