María Donapetry, exprofesora de cine en la Universidad de Oxford: «Las películas de Marvel atontan al espectador, me dan alergia»

Carlos Portolés
Carlos Portolés A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Eduardo Pérez

La experta impartirá el curso Cómo leer una película, de la Luis Seoane

16 ene 2025 . Actualizado a las 23:24 h.

«El ético es uno de los posibles puntos de vista para analizar una película», dice María Donapetry. Fue profesora de estudios culturales en universidades como Oxford y California. Hace ya varios años que es vecina de A Coruña. Desde que regresara a su lado del océano en el 2017, ha sido muy activa en la divulgación de los intestinos de la disciplina cinematográfica.

Ayer impartió una charla en el auditorio de la Fundación Luis Seoane, preludio de Cómo Leer una Película, un curso de diez sesiones para aprender a desmigajar la dimensión ética del séptimo arte. Comenzará el próximo martes, 21 de enero. «No se trata de identificar buenos y malos, pero todas las películas proponen un punto de vista respecto a la sociedad a la que representa y en la que influye».

Con este lugar de partida, su empeño es el de alfabetizar artísticamente para, en última instancia, ser capaz de separar de forma autónoma la paja del grano. Una revisión crítica de las creaciones que no se traduce, en modo alguno, en una voluntad de proscribir o desgarrar. «En una de las sesiones analizaremos, por ejemplo, la obra de Leni Riefenstahl, y no por verlas vas a acabar afiliado al partido nazi. Simplemente hay que reconocer que están llenas de decisiones estéticas sumamente interesantes. La belleza también puede estar al servicio de algo oscuro. Se trata de entender las ambigüedades, de entender los contextos».

«Es cierto que el cine no tiene una salud de hierro, pero tampoco creo que esté muerto»

Hace un tiempo observó con cierto estupor que El nacimiento de una nación (D. W. Griffith, 1915), epopeya muda que narra la guerra de secesión estadounidense y la emersión del Ku Klux Klan, había sido retirada de YouTube por su contenido racista. «Eso es justamente lo que no hay que hacer. Prohibir es un error. Lo que hace falta es enseñar al espectador a enfrentarse y entender este tipo de obras. El abstraerse es algo que, cuanto más cine se ve, más fácil resulta», opina. Si rechaza de forma tan vehemente la erradicación, el borrado irreflexivo, es fundamentalmente por un deje de su buena memoria. «Yo viví el franquismo, por eso nunca abogaría por la censura».

A pesar de las proposiciones éticas —hoy indudablemente problemáticas— de algunas de estas producciones, al menos son exponentes interesantes de corrientes históricas o de disciplinas técnicas muy localizadas en el tiempo. Ejercicios estimables, en definitiva. Donapetry ve con ojos mucho más cáusticos los entretenimientos vacíos. El cine como parque temático y estímulo constante y fosforito. «Atonta muchísimo más al espectador una película de Marvel. Me dan alergia. Me salen granos», confiesa.

Donapetry, además de una conocedora profunda, es una espectadora eficiente. «Yo rentabilizo mi entrada al máximo. De todas las películas soy capaz de sacar algo, hasta de las malas. Pero esto pasa con todas las artes. Hay libros de los que brotan las ideas y las virtudes. Con otros tienes que arar y arar para sacar un cebollino», bromea. A pesar de todo, no es completamente pesimista respecto al futuro. Aunque a veces lo pueda parecer, el cine no está muerto, dice. «Es cierto que no tiene una salud de hierro, pero resiste. De vez en cuando hay síntomas de que hay ganas de hacer bien las cosas». Pequeños destellos —alguien más agorero podría decir que espejismos— a los que ella se agarra como un náufrago a la última gota de agua dulce. Es imposible abandonar del todo algo realmente amado.